MEDITACIÓN
XXVII
(27 DE ENERO)
Sobre el
apego al pecado venial.
Punto 1°.- ¿En qué consiste este apego? Consiste en
cometer voluntaria y habitualmente, sin escrúpulo y sin remordimiento el pecado
que nos parece ligero; en confesarse de él sin arrepentimiento y sin ningún
deseo de corregirse; en decir interiormente: Esto no es más que un pecado venial, no temeré pues el cometerlo. Así
es como se acostumbra uno a una infinidad de maledicencias en las
conversaciones, de distracciones en la oración, y de negligencias en el
servicio de Dios y en la práctica de sus deberes. No queremos faltar a lo que
creemos esencial, pero descuidamos y tenemos por nada todo lo restante.
Punto 2°.- Este
apego es muy criminal delante de Dios. 1°. Si el pecado de fragilidad no deja
de ser un mal, ¿qué será aquel que se comete por apego y con reflexión? 2°, ¿Es
acaso amar a Dios, y tener la menor idea del respeto y obediencia que se le
debe, es observar el primer mandamiento, el caer habitual y voluntariamente en
todas las faltas veniales cuya ocasión se presenta, so pretexto de que Dios no
es gravemente ofendido? ¿Qué pensaría un rey de un súbdito que le prometiese
servirle absteniéndose solamente de los crímenes y los atentados, que merecen
la muerte? 3°. Es muy de temer que aquellos que tienen un apego semejante, que
los liga en cierto modo a todas las faltas veniales, a la vez no estén fuera
del estado de gracia Y si esto es así, ¿Qué no debería hacerse para corregir
una disposición semejante? No nos pasemos pues nada, no nos perdonemos nada,
todo es grande en el servicio de Dios, todo es grande en el servicio de Dios,
todo en él es de la mayor importancia para la salvación de nuestra alma.
AFECTOS Y
SUPLICAS
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os
doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario