martes, 26 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXVII (27 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXVII
(27 DE ENERO)  
 
Sobre el apego al pecado venial.



Punto 1°.- ¿En qué consiste este apego? Consiste en cometer voluntaria y habitualmente, sin escrúpulo y sin remordimiento el pecado que nos parece ligero; en confesarse de él sin arrepentimiento y sin ningún deseo de corregirse; en decir interiormente: Esto no es más que un pecado venial, no temeré pues el cometerlo. Así es como se acostumbra uno a una infinidad de maledicencias en las conversaciones, de distracciones en la oración, y de negligencias en el servicio de Dios y en la práctica de sus deberes. No queremos faltar a lo que creemos esencial, pero descuidamos y tenemos por nada todo lo restante.   

Punto 2°.- Este apego es muy criminal delante de Dios. 1°. Si el pecado de fragilidad no deja de ser un mal, ¿qué será aquel que se comete por apego y con reflexión? 2°, ¿Es acaso amar a Dios, y tener la menor idea del respeto y obediencia que se le debe, es observar el primer mandamiento, el caer habitual y voluntariamente en todas las faltas veniales cuya ocasión se presenta, so pretexto de que Dios no es gravemente ofendido? ¿Qué pensaría un rey de un súbdito que le prometiese servirle absteniéndose solamente de los crímenes y los atentados, que merecen la muerte? 3°. Es muy de temer que aquellos que tienen un apego semejante, que los liga en cierto modo a todas las faltas veniales, a la vez no estén fuera del estado de gracia Y si esto es así, ¿Qué no debería hacerse para corregir una disposición semejante? No nos pasemos pues nada, no nos perdonemos nada, todo es grande en el servicio de Dios, todo es grande en el servicio de Dios, todo en él es de la mayor importancia para la salvación de nuestra alma.  

AFECTOS Y SUPLICAS   

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.  


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