domingo, 31 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXXII (1 DE FEBRERO)

MEDITACIÓN XXXII
(1 DE FEBRERO)  

Sobre el homicidio.



Punto 1°.- No matarás, dice el Señor: Non occides. Esta ley prohíbe todos los homicidios exteriores, y por consiguiente: 1°. El suicidio; cuando se atenta a su propia vida por apresurar el fin de sus penas; 2°. Los duelos; lo cual trae la condenación de aquellos que los provocan, de quien los autoriza o quien los aprueba: 3°. La precipitación, negligencia o prevención en los juicios que deciden de la vida de un hombre y algunas veces de la de muchos: tal era la sentencia injusta  por la cual Asuero ordenó la matanza de todos los judíos a instigación  del cruel Aman: 4°. Las guerras encendidas por una ambición exagerada, o por un desenfrenado deseo de aumentar el poder más allá de los límites legítimos.

Punto 2°.- Esta misma ley prohíbe igualmente los homicidios interiores que se cometen en el corazón, por el deseo de la muerte de un enemigo que nos ofende y nos persigue; de un esposo cuya conducta nos es odiosa y nos parece insoportable; y aun de un padre, (¿Quién lo creyera?) o de un pariente cuya sucesión se hace esperar. Porque ¡a qué excesos, gran Dios, no nos dejamos llevar en el secreto del corazón cuando la codicia nos domina! ¡Y de cuántos horrores no llega a ser capaz un alma a quien habéis abandonado por que ella es abandonada!


Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

MEDITACIÓN XXXI (31 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXXI
(31 DE ENERO)

Sobre la severidad de los juicios de Dios



Punto 1°.- Juzgada en primer lugar por estas palabras de Jesucristo que miran a los pecados de pensamiento: “Sabéis que se dijo a vuestros padres: No cometeréis adulterio; y yo os digo que todo el que mira a una mujer con mal deseo a cometido ya adulterio en su corazón”. Así es que, una mirada, un pensamiento, un deseo, es bastante para hacernos culpables de un pecado grave a los ojos del Soberano Juez ¿Pues qué será el pasar años enteros en el hábito fijo y perseverante de esos desordenes espantosos, de esos crímenes abominables, que avergüenzan a la naturaleza, y que llevan a turbación, la deshonra y la desolación en las familias? ¿Qué será el renovarlos perpetuamente y multiplicarlos mucho más del número de los cabellos de su cabeza

Punto 2°.- Juzgadla en segundo lugar por esa otra amenaza de Jesucristo que mira a los pecados de palabras: “Sabéis que se dijo a vuestros antepasados: No matarás… Más yo os digo, que el que haya ofendido a su hermano por una grave injuria, merecerá ser condenado al fuego del infierno”. El Soberano juez es quien habla y pronuncia por sí mismo estas sentencias. ¿Quién no temerá Señor, la severidad de vuestra justicia? No solamente castigaréis la acción bárbara y cruel de la mano que se mancha en la sangre de un enemigo; sino que castigaréis hasta las palabras injuriosas, las palabras de ira y de indignación que hayan afligido al prójimo, según el grado de su malicia


Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

viernes, 29 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXX (30 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXX
(30 DE ENERO)

Sobre la pureza del cuerpo.



Punto 1°.- Un cristiano debe tener horror a todos los pecados contrarios a ésa virtud: 1°, porque su cuerpo ha venido a ser por el bautismo, el templo del Espíritu Santo.
En la Escritura, la creación del mundo es atribuida especialmente al Padre, la redención al Hijo, y la Santificación al Espíritu Santo, que se llama por esta razón, Espíritu santificador; y así, desde el instante en que un hombre ha recibido el bautismo que le santifica, el Espíritu Santo ha tomado posesión de su cuerpo y de su alma. “Vosotros habéis sido lavados, santificados y justificados en el bautismo, decía San Pablo, por virtud del Espíritu Santo”  y esta consagración aunque interior y oculta, es aún más santa y más eficaz que la que se hace todos los días a nuestra vista, de los templos y de los altares; y si se temería profanar estos templos exteriores, ¿cómo no ha de temerse colocar el ídolo de la voluptuosidad en un cuerpo donde el Espíritu Santo ha establecido su habitación?    

Punto 2°.- 2°. Porque su cuerpo viene a hacerse por la comunión el mismo cuerpo de Jesucristo. La unión de vuestra carne con la de Jesucristo que se hace por este Sacramento es tan perfecta, que no es posible imaginar una más estrecha y más íntima. ¿Tollens ergo membra Christi faciam membra meretricis? (¿He de abusar yo de los miembros de Cristo, para hacerlos miembros de una prostituta? 1 Cor. VI:15). No podéis pues ya profanar vuestra carne sin prostituir al mismo tiempo y sin crucificar la suya por segunda vez

Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.


MEDITACIÓN XXIX (29 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXIX
(29 DE ENERO)

Sobre los medios de adquirir la pureza del corazón
 



Punto 1°.- Estos medios son 1° una atención extrema sobre sí mismo. “Hijo mío, decía el Sabio, guardad vuestro corazón con todo el cuidado posible, porque de él es de quien procede la vida”. ¿Y qué vida? La vida de la gracia. Esta vida preciosa y sobrenatural que sólo se conserva por la pureza del corazón; un solo pensamiento, un solo deseo, una sola mirada, una sola palabra contraria a la ley de Dios, basta para quitárosla. Estad pues siempre atentos en lo interior y en lo exterior; cerrad todas las avenidas de vuestro corazón y todas las puertas de vuestros sentidos al enemigo de vuestra salvación que procura penetrar en ellos: un soplo envenenado se extiende por todas partes y está siempre pronto a afectaros. Poned pues un freno a vuestros deseos y una guarda a vuestra boca, a fin de que vuestro corazón no pueda ser profanado ni por el desarreglo de vuestros pensamientos, ni por la indecencia o malignidad de vuestros discursos.


Punto 2°.- Recurrir continuamente a la gracia de Dios. Un hombre débil y frágil no conservará jamás la pureza del corazón en medio de los peligros del mundo si no es ayudado y sostenido continuamente por la gracia; se pierde, se extravía a cada instante si ella no viene a su socorro. Y así, debe pedirla, pues nada le impide elevar su alma a Dios para decirle: No me abandones Señor a mi propia debilidad; estad siempre conmigo para ayudarme a purificar un corazón que sólo habéis creado para vos y que no quiere ser sino de vos

Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

miércoles, 27 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXVIII (28 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXVIII
(28 DE ENERO) 

Sobre la pureza de corazón. 



Punto 1°.- La pureza de corazón no es tanto una virtud particular cuanto la reunión completa de todas las virtudes, y por esta razón ella sola puede hacernos dignos de la vista y de la posesión de Dios en el cielo. Bienaventurados los de limpio corazón -decía el Salvador- porque ellos verán a Dios. ¿Y por qué no es prometida esta vista de Dios sino a los que tienen el corazón puro? ¿No será concedida a los humildes, a las almas caritativas, a las almas penitentes y mortificadas? Sin duda que sí, mas Jesucristo solo habla aquí de la pureza del corazón, porque ella sola encierra todas las demás virtudes. Si tenéis el corazón puro, necesariamente seréis humilde, paciente, caritativo, penitente y mortificado.  


Punto 2°.- La pureza del corazón resume todas las virtudes sin mezcla de ningún vicio. Esta exención de mezcla y de alteración es la que constituye propiamente la esencia de la pureza; los elementos son puros, cuando no han recibido ningún cambio que los saque de su simplicidad natural. La luz es pura, cuando no está obscurecida por ninguna nube; la fe es pura, cuando está sometida a todas las verdades reveladas sin mezcla de ningún error. La caridad es pura, cuando se une a Dios sin ninguna división; así la pureza del corazón no admite ningún pensamiento, ni ningún deseo capaz de lastimar la delicadeza de la gracia. El menor apego criminal, el menor vicio establecido en un alma basta para destruirla.   

Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción. 
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

martes, 26 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXVII (27 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXVII
(27 DE ENERO)  
 
Sobre el apego al pecado venial.



Punto 1°.- ¿En qué consiste este apego? Consiste en cometer voluntaria y habitualmente, sin escrúpulo y sin remordimiento el pecado que nos parece ligero; en confesarse de él sin arrepentimiento y sin ningún deseo de corregirse; en decir interiormente: Esto no es más que un pecado venial, no temeré pues el cometerlo. Así es como se acostumbra uno a una infinidad de maledicencias en las conversaciones, de distracciones en la oración, y de negligencias en el servicio de Dios y en la práctica de sus deberes. No queremos faltar a lo que creemos esencial, pero descuidamos y tenemos por nada todo lo restante.   

Punto 2°.- Este apego es muy criminal delante de Dios. 1°. Si el pecado de fragilidad no deja de ser un mal, ¿qué será aquel que se comete por apego y con reflexión? 2°, ¿Es acaso amar a Dios, y tener la menor idea del respeto y obediencia que se le debe, es observar el primer mandamiento, el caer habitual y voluntariamente en todas las faltas veniales cuya ocasión se presenta, so pretexto de que Dios no es gravemente ofendido? ¿Qué pensaría un rey de un súbdito que le prometiese servirle absteniéndose solamente de los crímenes y los atentados, que merecen la muerte? 3°. Es muy de temer que aquellos que tienen un apego semejante, que los liga en cierto modo a todas las faltas veniales, a la vez no estén fuera del estado de gracia Y si esto es así, ¿Qué no debería hacerse para corregir una disposición semejante? No nos pasemos pues nada, no nos perdonemos nada, todo es grande en el servicio de Dios, todo es grande en el servicio de Dios, todo en él es de la mayor importancia para la salvación de nuestra alma.  

AFECTOS Y SUPLICAS   

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.  


MEDITACIÓN XXVI (26 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXVI
(26 DE ENERO)

Sobre la distinción del pecado mortal y del pecado venial.  




Punto 1°.- No todos los pecados son iguales; unos son mortales, y otros son veniales. No califica Dios de la misma manera la mentira oficiosa y la negra calumnia; la distracción en la oración y el abandono total de ella, el pecado mortal es la muerte del alma, pues le quita la vida de la gracia: el pecado venial la pone solamente en un estado de languidez y de debilidad; el uno la hace enteramente odiosa al Soberano Señor; el otro la hace solamente desagradable a sus ojos; con el uno, no se puede recibir ningún sacramento sin profanarle por un sacrilegio, con el otro se saca menos fruto de los sacramentos, porque se los recibe con menos pureza, el uno es semejante a la muerte que todo lo destruye, y el otro a las enfermedades que alteran y disminuyen las fuerzas del cuerpo sin destruirle. El uno será castigado en la otra vida con penas eternas; el otro con penas rigurosísimas pero de menos duración.  

Punto 2°.- Esta distinción no debe impediros el tener un grande horror al pecado venial: 1° Porque es siempre una ofensa hecha a Dios, ¡y es menester más para aborrecerle, para temerle y para evitarle! 2° No siempre estamos seguros que este pecado que nos parece venial no sea mortal a los ojos del Soberano Juez; pues sus pensamientos y sus juicios están más lejanos de los hombres, que lo que está el cielo de la tierra. El percibe en nuestras acciones mil faltas que a nosotros se nos escapan, porque tomamos el falso vislumbre de nuestro amor por una verdadera luz. 3° Las faltas veniales multiplicadas por nuestra negligencia y nuestra tibieza nos disponen insensiblemente a otras mayores según estas palabras: El que desprecia las faltas pequeñas, poco a poco caerá en las grandes.

AFECTOS Y SUPLICAS

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder


domingo, 24 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXV (25 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXV
(25 DE ENERO) 
 
Sobre la singularidad.   



Punto 1°.- Hay una singularidad viciosa que debe evitarse. Las prácticas exteriores de la religión varían según los diferentes estados en los que nos ha colocado la Providencia. La piedad cristiana no tiene ni los mismos efectos, no las mismas exterioridades en el mundo y en el claustro, en el secreto de la soledad y en el comercio de la sociedad. Tal acción, o tal práctica, exterior de piedad es santa, generosa, y heroica pero no conviene a vuestro estado; por tanto debéis absteneros de ella. Permaneced siempre en los límites de una prudente discreción y contentos con observar la ley de dios sencilla y llanamente sin aparato, sin pompa y sin afectación.  

Punto 2°.- Hay una singularidad necesaria de la cual no debemos avergonzarnos: y esta es la que distingue nuestra vida y nuestra conducta de la de los pecadores. Está el mundo tan pervertido que la piedad más sencilla y que debería ser la más común le parece singular: mas esta es una singularidad de la cual no es permitido a ningún cristiano avergonzarse. La ley de Dios sujeta a ella a todos los hombres, y cuando permanecemos en los términos de esta ley divina sin añadirle nada, si el mundo encuentra en ella que murmurar, no debemos escucharle, pues esto sería avergonzarse del Evangelio; sería sacrificar su religión a una cobarde condescendencia por ese mundo reprobado y maldito de Dios, que condena indistintamente todos sus errores y sus vicios.  

AFECTOS Y SUPLICAS 

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


sábado, 23 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXIV (24 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXIV
(24 DE ENERO)

Sobre el ejemplo de la multitud




Punto 1°.- Fácilmente nos tranquilizamos con el ejemplo de la multitud. Es este un torrente que nos arrebata: creémonos autorizados a seguir el camino del mayor número; se teme parecer singular, se mira la conducta ordinaria de los hombres como un ejemplo que nos justifica, y olvidamos esta máxima tan verdadera y tan razonable: Que para conducirse bien no debe seguirse el camino más frecuentado, sino el más seguro: Non quá itur, se quá cundum est

Punto 2°.- Este ejemplo de la multitud que os tranquiliza debe más bien alarmaros; puesto que Jesucristo nos da la conducta de esta multitud como una señal infalible de reprobación; puesto que nos advierte, que el mayor número camina por la vía ancha y espaciosa que conduce al infierno: de donde se sigue, que es preciso tener una virtud singular y llevar una vida enteramente diferente de la del mundo para salvarse

AFECTOS Y SUPLICAS 

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.


viernes, 22 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXIII (23 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXIII
(23 DE ENERO) 
Sobre el discernimiento de los buenos y de los malos ejemplos



Punto 1°.- Un cristiano debe estar en guardia contra el contagio de los malos ejemplos. El mundo está lleno de malos ejemplos, y por todas partes no se encuentran sino pecadores que no tienen ningún escrúpulo de violar las leyes de Dios, hipócritas que se burlan de la religión, e impíos que procuran hacerla odiosa o despreciable. Gemid a la vista de esos desórdenes y temed el imitarlos: poneos bajo la protección del Dios de las virtudes, rogadle que os cubre con sus alas y que no permita que el comercio peligroso y continuo que estáis obligado a tener con los pecadores manche la pureza de vuestra alma. Implorad sin cesar el auxilio de su gracia para ellos y para vos; para ellos, a fin de que los toque y los convierta; para vos, a fin de que os preserve del contagio de los malos ejemplos

Punto 2°.- Un cristiano debe estar atento de aprovecharse de los buenos ejemplos. No se ha extinguido en Israel toda santidad y toda ley: encuéntranse aún en el mundo ejemplos de virtud, y cristianos fieles y piadosos, en pequeño número, es verdad, mas este pequeño número es el de los escogidos. Es necesario aprovecharse de sus ejemplos y decirse a sí mismo: ¿Non potero quod isti ed istae? ¿Por qué no he de vivir yo tan santamente como tales y cuales que están en el mismo estado que yo? Además, no hay cosa más fácil que hacer, el discernimiento de los buenos y de los malos ejemplos: tomad el Evangelio y comparad el ejemplo con la regla; si le está conforme debéis seguirlo y aprovecharos; pues por poco que se aparte de ella ya será un mal ejemplo.

AFECTOS Y SUPLICAS  

Toma mi Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Tí, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta.  

jueves, 21 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXII (22 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXII
(22 DE ENERO)  

Sobre la necesidad de progresar en la virtud.  


Punto 1°.- Debemos siempre hacer nuevos progresos en la virtud, 1° Para cumplir la obligación que tenemos de aspirar sin cesar a la perfección propia y de nuestro estado. Esta perfección no es obra de un día, pues la justicia y la santidad son una carrera en la que hay siempre muchos pasos que dar. Si no avanzáis, si suspendéis vuestra marcha, os hacéis culpables de negligencia, y perdéis de vista el objeto del cual estar ocupado continuamente.

Punto 2°.- 2°. Para resistir a la inclinación de la naturaleza que nos aleja de la perfección. Esta inclinación desordenada es un enemigo que llevamos en nosotros mismos y que sólo procura extraviarnos; siempre está pronto a atraernos por fuerza o por sorpresa, y si cesáis un momento de combatirlo está seguro de conseguir la victoria. Aplicaos pues sin cesar a dominar el orgullo, la vanidad, la pereza, el amor a los placeres, que disputan a la virtud el imperio de vuestro corazón; cada esfuerzo que hagáis para vencerlos es un paso que os aproximará a la perfección, así aumentaréis el tesoro de vuestros méritos. El verdadero fiel, dice el Salvador, es semejante a un hábil negociante, que no quiere perder nada y que saca provecho de todo ¿Y os será permitido tener menos ardor y avidez por los bienes del cielo, que el que tienen los mundanos por los de la tierra?

AFECTOS Y SUPLICAS  

Llevadme por el camino de la virtud y de la santidad; iluminadme con vuestra luz para que pueda ver y descubrir las imperfecciones que opacan vuestra luz en mi corazón


miércoles, 20 de enero de 2016

MEDITACIÓN XXI (21 DE ENERO)

MEDITACIÓN XXI
(21 DE ENERO)

Sobre el camino estrecho.



Punto 1°.- Éste es el único que conduce al cielo: Arcta via est quae ducit ad vitam; porque es el único en que el hombre está totalmente ocupado de sus deberes; en que se aleja cuanto es posible de todo lo que no es mas que placer y entretenimiento; en que trabaja sin cesar en mortificar sus sentidos y en dominar sus pasiones. Se llama camino estrecho porque sujeta la naturaleza y el amor propio, y esta uno continuamente atento a contener sus movimientos y a reprimir la licencia desenfrenada de sus deseos. Este es el camino de la santidad y de la justicia, este es el camino de los escogidos: nos alejamos de él por los pecados graves, y volvemos a entrar por la penitencia. Aun el justo cae algunas veces, mas vuelve a levantarse; sus caídas son raras, y siempre está pronto y atento a repararlas. 

Punto 2°.- Los que llevan la vida ordinaria del mundo no andan por el camino estrecho: porque su vida no es más que una serie de días sacrificados a la ambición, a la avaricia o a la sensualidad; y una vida semejante es el camino de perdición, la concupiscencia triunfa en ella y la religión está olvidada o desconocida ¡A  cuánta distancia, gran Dios, están los mundanos del camino estrecho! ¡Ah! Todos se pierden y se extravían en ése camino ancho y espacioso que conduce al infierno ¿por cuál de estos dos caminos habéis andado hasta aquí?

AFECTOS Y SUPLICAS   

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor. 

martes, 19 de enero de 2016

MEDITACIÓN XX (20 DE ENERO)

MEDITACIÓN XX
(20 DE ENERO)

Sobre el estado de perfección.



Punto 1°.- No todos los cristianos están obligados  a abrazar un estado de perfección. Este estado consiste en retirarse del mundo, dejar sus bienes y obligarse por unas promesas particulares a la práctica de los consejos evangélicos; este es el estado de los perfectos; más Jesucristo no nos obliga a abrazarle. Si quieres ser prefecto -decía a aquel joven que le suplicaba le enseñase el camino de la salvación-, vende tus bienes, dalos a los pobres y sígueme. Si quieres, Si vais. Luego, le dejaba en libertad de quererlo o de abstenerse; no era un precepto que le daba, era un consejo cuya práctica dejaba a su elección. Sucede a veces, que el disgusto del mundo junto con un gran deseo de nuestra salvación nos llevaría a dejarle para siempre; mas esta es una ilusión sobre todo para el que está atado al mundo con lazos indisolubles. Santificaos en vuestro estado, esto es lo que Dios pide de vos, y este es el verdadero medio de agradarle y de merecer el cielo.

Punto2°.- Todo cristiano está obligado a aspirar a la perfección de su estado. Dice el Salvador: Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto: esta palabra no puede ser entendida sino de la perfección propia de cada estado, puesto que Jesucristo no pretendía por sus preceptos desarreglar el orden de la sociedad. Así pues, debéis aspirar a la perfección propia de vuestro estado; esto es en lo que debéis trabajar sin interrupción y sin descanso todos los días de vuestra vida.

AFECTOS Y SUPLICAS

Divino corazón de Jesús, haced de mi vida ofrenda eterna de amor; os entrego mis deberes, mis ocupaciones, purificadlos con vuestra celestial presencia y que todo lo que haga sea de vuestro agrado. 


lunes, 18 de enero de 2016

MEDITACIÓN XIX (19 DE ENERO)

MEDITACIÓN XIX
(19 DE ENERO)
Sobre la dulzura.



Punto 1°.- ¿Cuál debe ser el principio de la dulzura que se nos recomienda en el Evangelio? Se ven algunas almas llenas de dulzura, mas ésta no es sino una virtud natural, una virtud de temperamento que no pide ningún esfuerzo y que por consiguiente no puede ser de ningún mérito; hay otras que no son dulces sino porque son insensibles; nada las turba, porque nada las afecta.
Otras finalmente, sólo tienen una dulzura artificiosa e hipócrita que aparece en su semblante y en sus discursos y que no sirve más que para cubrir los negros sentimientos que tienen en el alma. 
La dulzura evangélica no es un don de la naturaleza, es susceptible de sensibilidad y está exenta de disimulo y artificio. Es un don de la gracia y tiene su principio en esa Caridad divina que todo lo sufre.  

Punto 2°.- ¿Cuáles son sus efectos? 1°. Nos hace agradables a Dios, quien ama singularmente a las almas dulces e indulgentes. David estaba tan persuadido de esto, que no veía cualidad más propia para atraerle las gracias de Dios. Señor, le decía, acordaos de David y sobre todo de ese espíritu de dulzura y de mansedumbre que ha hecho siempre su carácter. 2°. Nos hace agradables a los hombres a quienes los arrebatos de un alma dura, orgullosa y difícil alejan de nosotros. 3°. Nos hace aptos para corregir las faltas de los que nos están sometidos. 4°. Es de una extensión casi infinita, y por consiguiente de un mérito muy grande por el número y la continuidad de sus sacrificios.  

AFECTOS Y SUPLICAS

Mi Jesús y mi todo: Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.


domingo, 17 de enero de 2016

MEDITACIÓN XVIII (18 DE ENERO)

MEDITACIÓN XVIII
(18 DE ENERO)
Sobre las riquezas



Punto1°.-Podemos santificarnos en medio de la opulencia, 1° Por el despego de las riquezas: no estamos obligados a despojarnos realmente de ellas para obrar nuestra salvación, pues esta renuncia exterior es un consejo de perfección, más la renuncia interior es de precepto. Sí, todo cristiano está estrechamente obligado a estar dispuesto a perder y sacrificar todos sus bienes antes que violar la ley de Dios en esta disposición verdadera, sincera y habitual y perseverante es en la que consiste el despego de las riquezas sin el cual no puede salvarse; aún no os es permitido dividir vuestro corazón y vuestros sentimientos entre Dios y las riquezas. No podréis, dice el Señor, servir a dos amos a la vez: es preciso optar entre uno y otro; ser todo de Dios o todo de las riquezas: ¿A quién daréis preferencia?  

Punto 2°.- 2° Por el buen uso de las riquezas. No sois mas que el depositario y el ecónomo de vuestras riquezas y no sois dueño de emplearlas en todos los usos inútiles o desarreglados que el capricho es capaz de sugeriros: el uso que hagáis el uso que  hagáis de ellas debe siempre ser conforme a las reglas de la justicia, de la caridad y de la templanza cristiana. 1° De la justicia, para dar a cada uno lo que es debido, 2° De la Caridad, para aliviar a los pobres, 3° De la templanza cristiana, para limitarse a lo puro necesario sin hacer ninguna clase de gastos mas allá de las exigencias indispensables de su estado:  ¡Cuántas reflexiones hay que hacer sobre estas máximas! ¡Cuántas razones hay para tener y temblar por la salvación de los ricos!

AFECTOS Y SUPLICAS    

Toma mi Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Tí, Señor, lo torno; todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta.


sábado, 16 de enero de 2016

MEDITACIÓN XVII (17 DE ENERO)

MEDITACIÓN XVII
(17 DE ENERO)

Sobre la adulación



Punto 1°.- Un cristiano no debe nunca adular a nadie: porque la adulación supone un deseo interesado de agradar a expensas de la Verdad y ¿Qué cosa hay más contraria al espíritu del cristianismo que un designio semejante? Un verdadero cristiano procura siempre agradar a su Dios que es la Verdad misma y mejor querría desagradar a los hombres que ofenderle; si evita el decirles algunas verdades duras cuando está obligado a considerar su delicadeza, evita aún con más cuidado el fomentar su orgullo y su amor propio aprobando sus errores con mentirosas lisonjas. 

Punto 2°.- Un cristiano no quiere ser adulado; sino más bien procura conocer sus faltas para corregirse de ellas. Teme a los aduladores como a los enemigos más peligrosos de la virtud, y prefiere los reproches útiles de un censor áspero y severo que no dispensa nada, a los discursos insidiosos de un adulador que aplaude todo. Sabe que su amor propio es ya demasiado hábil para seducirle, sin que los hombres complacientes y artificiosos vengan también con unas alabanzas preparadas con arte a prestar nuevos colores a sus ilusiones, no pretende establecer su mérito sobre varios aplausos; desdeña y desprecia toda la gloria humana y no es sensible mas que a la de Dios. 

AFECTOS Y SUPLICAS  


Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad