jueves, 14 de enero de 2016

MEDITACIÓN XV (15 DE ENERO)

MEDITACIÓN XV
(15 DE ENERO)
Sobre las murmuraciones.  



Punto 1°.- Murmurar de las aflicciones que Dios nos envía es atacar su providencia; porque Él es quien las quiere y quien las ordena; y así, el murmurar y quejarse de ellas es levantarse contra Dios y revelarse contra sus órdenes. Además, al contradecir así las voluntades de Dios se cae necesariamente en contradicción consigo mismo, porque después de haberle dicho en la oración: Señor hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, se murmura en seguida de que esta voluntad se haya cumplido. Someterse uno en apariencia cuando pronuncia estas palabras, y, se retracta, se revoca, se desmiente este acto de sumisión cuando se murmura.  

Punto 2°.- Murmurar de las aflicciones que nos vienen de parte de los hombres es desconocer la Omnipotencia de Dios. Es verdad que no es Dios quien ordena los efectos de la malicia o de la malignidad de los hombres, porque no es ni puede ser el autor del pecado; mas los permite, y si no los permitiese no estaría en el poder de los hombres el ofenderos. No es pues Dios quien inspira  a ese enemigo la voluntad que tiene de perjudicaros, mas Dios es quien le da el poder de hacerlo; Dios es quien armándolo de este funesto poder permite que lo ejerza contra vos. Cuando un hombre os hiere, dice san Agustín, debéis pensar que la mano del señor está siempre oculta bajo la del hombre, la una obra, y la otra permite, la una da el golpe y la otra la deja caer. No os detengáis pues en la primera, reconoced, sí, el poder superior de la otra y someteos siempre: Prorsus ad Deum tuum refer flagellum tuum: Atribuid a Dios vuestro trabajo y azote

AFECTOS Y SUPLICAS

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.


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