lunes, 31 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCCVI (1° de NOVIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCVI
(1° de NOVIEMBRE)

Del fin que debemos proponernos en todas nuestras acciones.  



Punto 1°.- Debemos proponernos un fin en todas nuestras acciones. Muchas veces obramos por capricho, por imaginación, por humor, por costumbre y por hábito, sin ningún motivo ni ningún designio razonable, y vivimos por decirlo así, del acaso. Nos dejamos arrastrar por la vanidad de nuestros pensamientos, como un navío que vaga a merced de los vientos; mas esta conducta es indigna de un hombre racional, y con mucha más razón de un cristiano que sabe que la religión le prohíbe los pensamientos, las acciones y las palabras ociosas, es decir, que no se refieren a ningún fin.    
 
Punto 2°.- Debemos proponernos en todas nuestras acciones, un fin laudable y digno de Dios. No basta que una acción sea buena en sí, sino que es preciso que sea hecha por un buen motivo. San Pablo nos enseña que en su tiempo unos predicaban el Evangelio por un espíritu de caridad, y otros por un espíritu de contención y de envidia; la acción era santa en sí, más la diferencia de los motivos la hacía buena en los unos, y mala en los otros. No viváis, no obréis; no habléis ni trabajéis sino por Dios, pues las acciones más pequeñas vienen a ser grandes, y las más indiferentes vienen a ser santas cuando tienen por motivo y objeto a Dios.     


 Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

domingo, 30 de octubre de 2016

MEDITACIÓN CCCV (31 de Octubre)



MEDITACIÓN CCCV
(31 de Octubre)

Sobre la consagración del cristiano por el bautismo.  



Punto 1°.- El bautismo nos consagra: 1°. Como reyes, porque nos da derecho a uno de esos tronos que el Hijo de Dios nos ha preparado en el cielo; 2°. Como templos de Dios, porque nos hace capaces de recibir en nosotros al Hijo de Dios, por la comunión de su cuerpo y sangre; 3°. Como hijos de Dios, porque es la señal nuestra de adopción; 4°. Como miembros de Jesucristo, porque nos une al cuerpo místico de Jesucristo que es la Iglesia.   

Punto 2°.- Obligaciones que nos impone esta consagración. ¡Qué pureza de costumbres, qué fervor de caridad no estamos obligados a conservar para sostener unos títulos tan gloriosos! ¿Y no sería profanar, envilecer y deshonrar la consagración que nos ha santificado en el bautismo, el olvidar los nobles sentimientos que debe inspirarnos, para precipitarnos en los abismos de la iniquidad y en las bajezas infinitas del espíritu del mundo? Acordémonos que somos la nación santa, el pueblo escogido, los hermanos y coherederos de Jesucristo; y que habiendo sido dedicados y consagrados a Dios por el bautismo, no podemos ya violar otros compromisos sin cometer una especie de sacrilegio.  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.