MEDITACIÓN
VIII
(8 DE ENERO)
Sobre la
extensión del precepto del amor al prójimo.
Punto 1°.- Este precepto es inmenso en su extensión:
pues se extiende a todos los hombres sin excepción. Todo hombre es creado a
imagen de Dios; y si amamos a Dios debemos amar y respetar su imagen por todas
partes donde se encuentre, sin miramiento ninguno ni a la diferencia de estados
ni condiciones, pues los grandes y el pueblo, los ricos y los pobres son todos
hermanos en Jesucristo, y deben estar unidos por los mismos lazos de caridad y
de amor; ni las diferencias de las naciones pues no hay en Jesucristo ni judío, ni gentil, ni griego, ni bárbaro:
todo el género humano no compone más que una sola familia de la cuál Dios es el
Padre, el jefe y el soberano: en orden a la Caridad, ni a la diferencia de las
religiones; el samaritano caritativo tiene compasión de un desgraciado judío
cubierto de heridas, aunque profese una religión diferente, y ése samaritano se
nos propone como un modelo.
Punto 2°.- El amor al prójimo debe ser arreglado en sus
efectos. Ningún hombre está excluido de nuestra caridad, mas hay algunos a
quienes debemos preferir en el ejercicio de esta virtud, por ejemplo, los que
están unidos a nosotros por los lazos de la sangre; los que nos sirven y
trabajan por nosotros; aquellos cuyas necesidades son más extremas y sus males
más urgentes y deplorables, tienen derechos más particulares sobre los efectos
de ése amor universal.
AFECTOS Y SUPLICAS
Es necesario el orden y la regla en todo, feliz el que puede
decir como la Esposa de los Cánticos: el Seños es quien me ordena y me conduce
hasta en mis obras de misericordia y de caridad Ordinavit in me charitatem.
No hay comentarios:
Publicar un comentario