sábado, 9 de enero de 2016

MEDITACIÓN IX (9 DE ENERO)

MEDITACIÓN IX
(9 DE ENERO)
Sobre las faltas de los otros



Punto 1°.- Las faltas de los otros deben servirnos para hacernos conocer las nuestras. Vivimos necesariamente con hombres que están llenos de defectos; y ¿Quién es el que no los tiene? Hay defectos en el corazón y en el espíritu; defectos en el carácter y en el humor; defectos en la conducta y en los modales, y aunque se quieran cerrar los ojos para no percibirlos se hacen sensibles por sus efectos. Pues bien, el primer uso que un cristiano debe hacer de este conocimiento es decirse a sí mismo si esta persona tiene cuál o tal defecto ¿no tengo yo otros semejantes o aún mayores?  

Punto 2°.- Deben servir para ejercitar nuestra paciencia. El que manda está obligado sin duda a reprender y corregir las faltas de aquellos que les están sometidos; mas aunque así lo hagan siempre les quedaran bastantes para ejercitar su paciencia. Es esta una virtud muy necesaria; es preciso sufrir para practicarla, y los grandes sufrimientos no son comunes; así es que los que nos vienen por los defectos de los otros, son una prueba, constante y diaria, que nos proporciona las ocasiones más frecuentes de merecer el cielo. Imitemos en esto la tranquilidad inalterable del Dios omnipotente, que soporta con tanta paciencia los vicios de sus creaturas. La caridad es paciente –dice el Apóstol- todo sufre, todo lo tolera.

AFECTOS Y SUPLICAS

Abrid ¡oh Dios mío! Los ojos de mi amor propio: pues ignoro mis defectos y soy demasiado perspicaz para conocer los de los otros.


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