MEDITACIÓN
XXII
(22 DE ENERO)
Sobre la necesidad de progresar en la virtud.
Punto 1°.- Debemos
siempre hacer nuevos progresos en la virtud, 1° Para cumplir la obligación que tenemos de aspirar sin cesar a la
perfección propia y de nuestro estado. Esta
perfección no es obra de un día, pues la justicia y la santidad son una carrera
en la que hay siempre muchos pasos que dar. Si no avanzáis, si suspendéis
vuestra marcha, os hacéis culpables de negligencia, y perdéis de vista el
objeto del cual estar ocupado continuamente.
Punto 2°.- 2°. Para resistir a la inclinación de la
naturaleza que nos aleja de la perfección. Esta inclinación desordenada es
un enemigo que llevamos en nosotros mismos y que sólo procura extraviarnos;
siempre está pronto a atraernos por fuerza o por sorpresa, y si cesáis un
momento de combatirlo está seguro de conseguir la victoria. Aplicaos pues sin cesar a dominar el
orgullo, la vanidad, la pereza, el amor a los placeres, que disputan a la
virtud el imperio de vuestro corazón; cada esfuerzo que hagáis para vencerlos
es un paso que os aproximará a la perfección, así aumentaréis el tesoro de
vuestros méritos. El verdadero fiel, dice el Salvador, es semejante a un
hábil negociante, que no quiere perder nada y que saca provecho de todo ¿Y os
será permitido tener menos ardor y avidez por los bienes del cielo, que el que
tienen los mundanos por los de la tierra?
AFECTOS Y
SUPLICAS
Llevadme
por el camino de la virtud y de la santidad; iluminadme con vuestra luz para
que pueda ver y descubrir las imperfecciones que opacan vuestra luz en mi
corazón.
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