lunes, 4 de enero de 2016

MEDITACIÓN IV (4 DE ENERO)

MEDITACIÓN IV
(4 DE ENERO)
Sobre el temor de Dios



Punto 1°.- La obligación de amar a Dios no excluye la obligación de temerle. El amor y el temor no son dos sentimientos incompatibles: amamos a nuestro padre y le tememos; el siervo fiel ama a su señor y le teme. Estos diferentes sentimientos nacen de las diferencia de las relaciones que se consideran en un mismo objeto. Cuando considero a Dios que me ha creado, por lo que es en sí mismo y por las gracias que he recibido de su bondad, siento que le debo todo, y le amo más que a mí mismo. Cuando pienso en los efectos terribles de su poder y de su justicia, un temor religioso se apodera de mi alma; me abismo y me anonado en presencia de este Señor Omnipotente, de este Juez inexorable

Punto 2°.- Este temor sólo, no basta para cumplir nuestras obligaciones en toda su extensión; porque no es mas que el principio de la sabiduría, y debe conducirnos a la práctica de todos los preceptos de los cuales el primero es el del amor. Los que teméis al Señor, dice el Sabio, no os quedéis allí, sino pensad en amarle: Qui timetis Dominum, diligite illum. Nunca ha dicho Dios precisamente: Temedle con todo vuestro corazón; mas si ha dicho muchas veces: Amadme con todo vuestro corazón. Si pues el amor debe ocupar todo el corazón, el temor no debe entrar en él sino para introducir allí al amor, para perderse y abismarse en el amor. Temed a Dios y observad sus mandamientos, comenzando por el primero que los encierra a todos; Porque esto es todo el hombre, y en esto consiste la salvación, la felicidad y la salvación del hombre.

AFECTOS Y SUPLICAS 


Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

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