MEDITACION II
(2
DE ENERO)
Sobre el Amor de Dios
Punto
1°.- Amar
a Dios es nuestro principal deber. Puesto que Dios merece nuestro amor
y que lo exige; lo merece por sí mismo y por sus beneficios. 1°. Por sí mismo, porque es el más perfecto y
por consiguiente el más amable de todos los seres; es el autor y el
principio de todo lo que agrada, de todo lo que conmueve y arrebata nuestro
corazón; el encanto mismo y la dulzura del sentimiento son un encanto de su
poder. 2°. Por sus beneficios, porque
¿Qué tenemos que no lo hayamos recibido de Dios? ¿No es Él quién nos ha creado
y quién nos conserva? Todo lo que vemos y todo lo que somos, ¿no es un don
de su magnificencia y de su bondad? No tenemos más que dirigir la vista sobre
nosotros y sobre todo lo que nos rodea para encontrar un motivo de amarle: mas
no solamente merece nuestro amor sino que lo exige. Amarás al señor tu Dios.
He aquí el primero y el más grande de los mandamientos, el que encierra la ley
y los profetas.
Punto
2°.- El
cumplimiento de éste deber es de una grande extensión. Consiste en dar habitual y perpetuamente a Dios una
preferencia entera y absoluta sobre todos los demás objetos; en preferirle
a nosotros mismos, a todo lo que nos es querido y a todas las creaturas. Basta
amar a su prójimo como a sí mismo; sólo a Dios se debe amar más que así mismo.
Meditad bien estas palabras de Jesucristo: El que ama a su padre y a su madre más que a
mí no es digno de mí: es un infeliz que no me da la medida de amor que
yo exijo y que tengo derecho a exigir de todas las almas que he creado para mi
gloria; sino que pone límites y restricciones a una preferencia que no debe
tener.
AFECTOS Y
SUPLICAS
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os
doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
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