viernes, 31 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN (3)

Por Mons de Segur

III. LA REVOLUCION, HIJA DE LA INCREDULIDAD.

Para juzgar la Revolución, hasta saber si se cree o no en Jesucristo. Si Cristo es Dios hecho Hombre, si el Papa es su Vicario, si la Iglesia es obra suya y tiene su misión, claro está que tanto las sociedades como los individuos deben obediencia a los mandamientos del Papa y de la Iglesia, que son los mandatos de Dios mismo.  

La Revolución, que pone por principio la independencia absoluta de las sociedades para con la Iglesia, es decir, la separación de la Iglesia y del Estado, declara por eso solo que no cree en el Hijo de Dios y es juzgada de antemano, según las palabras del Evangelio.  

Resulta, pues, que la cuestión revolucionaria es también una cuestión de fe. Cualquiera que crea en Jesucristo y en la misión de su Iglesia, no puede ser revolucionario, si es lógico, y cualquier incrédulo, cualquier protestante, dejará de serlo si no adopta el principio apóstata de la Revolución, y no combate á la Iglesia bajo su bandera. En efecto, la Iglesia católica, si no es divina, usurpa de un modo tiránico los derechos del hombre.  

Jesucristo, ¿es Dios? ¿Le pertenece el poder infinito en el cielo y en la tierra? Los Pastores de la Iglesia y el Sumo Pontífice a su cabeza, ¿tienen ó no tienen por derecho divino la misión de enseñar a todas las naciones y a todos los hombres lo que es preciso hacer ô evitar para cumplir la voluntad de Dios? ¿Existe acaso un hombre, príncipe o vasallo, existe una sociedad que tenga el derecho de rechazar esta enseñanza infalible, o de sustraerse a esta alta dirección religiosa? Ahí está todo. Es una cuestión de fe, de catolicismo. El estado deba obediencia al Dios vivo, lo mismo que la familia y el individuo. Es cuestión de vida, tanto para el uno como para el otro

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN (2)

Por Mons de Segur

II. LO QUE ES LA REVOLUCIÓN Y CÓMO ES UNA CUESTIÓN RELIGIOSA NO MENOS QUE POLÍTICA  

La Revolución no es una cuestión puramente política, sino también religiosa, y bajo este punto de vista únicamente hablo de ella aquí La Revolución es, no solamente una cuestión religiosa, pero es la gran cuestión religiosa de nuestro siglo. Para convencerse de ello, basta la reflexión y concretar la cuestión.  

Tomada en su sentido más general, la Revolución es la rebeldía erigida en principio y en derecho. No se trata del mero hecho de la rebelión, pues en todos tiempos las ha habido; se trata del derecho, del principio de rebelión, elevado a regla práctica y fundamento de las sociedades; de la negación sistemática de la autoridad legítima, de la teoría, de la rebelión, de la apología y orgullo de la misma, de la consagración legal del principio de toda rebelión. Tampoco es la rebelión del individuo contra su legítimo superior; esto se llama desobediencia: es la rebelión de la sociedad, como sociedad; el carácter de la Revolución es esencialmente social, y no individual

Tres grados hay en la Revolución.  

La destrucción de la Iglesia, como autoridad y sociedad religiosa, protectora de las demás autoridades y sociedades; en este grado, que nos interesa directamente, la Revolución es la negación de la Iglesia erigido en principio y formulado en derecho; la separación de la Iglesia y del Estado, con el fin de dejar a éste descubierto y quitarle su apoyo fundamental.   

La destrucción de los tronos y de la legítima autoridad política, consecuencia inevitable de la destrucción de la autoridad católica. Esta destrucción es la última expresión del principio revolucionario de la moderna democracia, y de lo que se llama hoy día la soberanía del pueblo.   

La destrucción de la sociedad, es decir, de la organización que recibió de Dios: de otro modo; la destrucción de los derechos de la familia y de la propiedad en provecho de una Abstracción, que los doctores revolucionarios llaman el Estado.   

Es, por último, el socialismo, fin principal de la Revolución perfecta, rebelión postrema, destrucción del último derecho. En este grado, la Revolución es, o más bien sería, la destrucción completa del orden divino en la tierra, y el reinado perfecto del demonio en el mundo.   

Formulado por la vez primera por J. J, Rousseau, y luego en 89 y 93 por la Revolución francesa, la Revolución se mostró, ya en su origen, como la enemiga implacable del cristianismo. Sus furiosas persecuciones contra la Iglesia recuerdan las del paganismo. Ella sacrificó Obispos, asesinó Sacerdotes y todo clase de católicos, cerró ó destruyó templos, disperso las órdenes religiosas, y arrastró por el fango las cruces y reliquias de los Santos. Su rabia se encendió por toda Europa, rompió todas las tradiciones, y hasta llegó a creer un momento, haber destruido el catolicismo, al cual llamaba, con desprecio, una superstición antigua y fanática.   

Sobre este montón de ruinas ha levantado un nuevo régimen de leyes ateas, de sociedades sin religión, de pueblos y Reyes absolutamente independientes. Desde hace sesenta años ya dilatándose mas y mas, crece y se extiende en el mundo entero, destruyendo por do quiera la influencia social de la Iglesia, pervirtiendo las inteligencias, calumniando al clero, y minando por sus cimientos el gran edificio de la fe.    

Bajo el punto de vista religioso, la Revolución puede definirse del modo siguiente: La negación legal del Reino de Jesucristo en la tierra; la destrucción social de la Iglesia. Combatir la Revolución es, por lo tanto, un acto de fe, un deber religioso de la mayor importancia. Obrando así se obra además como buen ciudadano y hombre de bien, pues se defiende la patria y la familia. Si los partidos políticos de buena fe, y que conservan su honra, la combaten bajo sus puntos de vista, nosotros los cristianos, debemos combatirla bajo los nuestros, que son mucho más elevados, pues defendemos aquello que amamos mas que a nuestra vida.     

martes, 28 de agosto de 2012

LA REVOLUCIÓN (1)


LA REVOLUCIÓN
Mons. de Segur 

EL TRADUCTOR

He emprendido la traducción de esta obrita con el fin de proporcionar a las personas que no pudieran leerla en su lengua original, la ocasión de estudiar y meditar las verdades que encierra. Estas son de la mayor importancia y de actualidad. Además, creo que hasta el día no se habrán escrito muchos folletos que en tan poco espacio digan tanto y tan bueno. 

He procurado atenerme, en cuanto ha sido posible, al texto, y espero del benévolo lector disimulará las faltas que pueda encontrar en mi trabajo. Mi único y más vivo deseo sería que la lectura del mismo produjese buenos frutos en beneficio de la sociedad y de mi patria. 

P. M. de L.   Verbum caro factum est 1864 

PROLOGO DEL AUTOR.

A Los Jóvenes.

A esos dedico estas páginas, por dos razones: la primera, porque su inteligencia todavía no está maleada por doctrinas perversas; y la segunda, por ser ellos, en lo porvenir, la esperanza de la Iglesia y de la Francia. 

La adolescencia es la edad decisiva de la vida. Durante su periodo se forman la inteligencia y el corazón, y toman, como la fisonomía, un carácter, una forma que ya nunca pierden. El Soberano Hacedor lo dijo: Adolescens juxta viam suam etiam cum senuerit, non recedit ab ea.

Los jóvenes entran en un mundo que ando como un navío a la merced de las olas, porque ya le faltan principios, y porque desde hace más de un siglo a esta parte, la enseñanza incoherente de mil falsos doctores lo aleja mas y mas de la fe y del sentido común. Ellos leerán en los papeles públicos, verán por doquiera tantas locuras y mentiras, que serán arrastrados infaliblemente, si no tienen, para defenderse, principios verdaderos y sólidos.

No pretendo tratar en este corto trabajo todo lo que ofrece esta cuestión; mi único objeto es hacer comprender claramente a mis jóvenes lectores: I.°, lo que es la Revolución; el por qué y el cómo, la Revolución es la gran cuestión religiosa de nuestra época; 2.°, lo que son realmente los principios proclamados en 1789, y cuáles son las ilusiones que pueden arrastrarnos al error revolucionario; en fin, cuales son los deberes de los verdaderos cristianos en este siglo de trastornos y ruinas que estamos atravesando.

Ajeno a todo partido político, me concreto a una exposición razonada de principios, del punto de vista mas importante de todos, el de la fe, y cada cual podrá sacar fácilmente la conclusión práctica, aplicando estos principios según pueda.

Nada mas práctico para vosotros, jóvenes, que estas nociones abstractas en apariencia; nada mas necesario para vosotros, pues, a vosotros, jóvenes buenos y honrados, sabedlo bien, a vosotros principalmente dirige sus tiros la Revolución, para haceros marchar contra Dios. Ella ha dicho, en un escrito oficial: “A la juventud hemos de seducir y arrastrar bajo nuestras banderas, sin que ella lo conozca.”

Ya lo oís: os quieren seducir y perder; yo quisiera guiaros. El único antídoto para el veneno que os preparan, es la verdad. Lo que hace tan vulnerable a la sociedad moderna, es la falta de principios; esta falta, ante todo, a los hombres de buena fe, que son muchos. Y vosotros, jóvenes, que dentro de poco seréis la fuerza viva de esta sociedad caduca, vuestra misión es la de conduciros mejor que vuestros padres, y valeros de todos los medios para salvarla.

Y suplico meditéis sobre las verdades que he reasumido aquí para vosotros. Las entrego con roda confianza a vuestra buena fe y buen deseo, y sentiría mucho hubiese algún joven católico que no comprendiera su importancia.

El Sumo Pontífice ha bendecido este trabajo desde que lo emprendí. Espero que esta sagrada bendición se extienda a cada uno de mis lectores y suplirá- la imperfección de mis palabras.  

I. LA REVOLUClÓN.- LO QUE NO ES 

Esta palabra es muy elástica, y se abusa de ella a cada paso para seducir la inteligencia de los hombres.  

La revolución en general es un cambio rápido que se hace en las costumbres, ciencias, artes o letras, y, sobre todo, en las leyes y los gobiernos de las sociedades. Pero en Religión y política es el triunfo, el desarrollo completo de un principio subversivo de todo el antiguo orden social.

Por lo regular, la palabra Revolución se toma en mal sentido; sin embargo, esta regla tiene sus excepciones. . Así se dice. "El cristianismo causó una gran revolución en el mundo;” y esta revolución fue muy provechosa. Lo mismo se dice; “En tal o cual país ha estallado una revolución, que lo ha pasado todo a sangre y fuego.” Esto también es revolución; pero una revolución muy mala.  

Hay una diferencia entre una revolución y lo que desde hace un siglo se llama LA REVOLUCION. En todos tiempos hubo revoluciones en la sociedad humana, mientras que la Revolución es un fenómeno del todo moderno, nunca visto.

Muchos son los que creen [porque así lo leen en los periódicos] que todos los adelantos en industria, comercio, bienestar; que todas las invenciones modernas en artes y ciencias desde sesenta años acá; muchos creen, repito, que todo esto se debe a la Revolución; que sin ella, no tendríamos telégrafos ni ferrocarriles, ni vapores, ni máquinas, ni ejércitos, ni instrucción, ni gloria, en una palabra que sin la revolución todo estaría perdido  y que el mundo volvería a las tinieblas. 

Nada más falso. Si en tiempo de la Revolución se hizo algún progreso, no por esto le causó ella. El gran sacudimiento que ha impreso al mundo entero, habrá precipitado sin duda el desarrollo de la civilización material, en algunas cosas; pero en cambio lo ha detenido en muchas otras. Lo cierto es que la Revolución, considerada en sí misma, nunca ha sido el principio de ningún progreso.  

Tampoco ha sido, como se nos quiere hacer creer, la libertad de los oprimidos, la supresión de abusos inveterados, el mejoramiento y progreso de la humanidad, el esparcimiento de luces y conocimientos, la realización de todos las aspiraciones generosas de los pueblos, ete., etc; y de esto nos convenceremos cuando la conozcamos a fondo.    

Tampoco debe creerse que la Revolución sea el grande hecho histórico y sangriento que ha trastornado la Francia y aun la Europa al concluir el último siglo. Este hecho, mirado tanto por parte de su moderación como en sus excesos más espantosos, solo ha sido un fruto, un producto de la Revolución, que en sí, es más bien una idea, un principio, que un hecho. Es muy importante no confundir estas cosas. ¿Qué es, pues, la Revolución?

sábado, 11 de agosto de 2012

EL PROGRESISMO RELIGIOSO III

NATURALEZA, CAUSA Y FRUTOS DEL PROGRESISMO



1. ¿Qué es el progresismo?

No es difícil dar una idea sobre el progresismo. El progresismo es:

a) El conjunto de muchas ideas con nombres nuevos y extraños, entre otras cosas: secularización, desmitificación, desacralización, oposición global, ateísmo... 

b) Con fundamentos en escuelas filosóficas que rechazan en cierto modo a Dios..., como el Kantismo y Hegelianismo, padres del agnosticismo, inmanentismo y evolucionismo. 

c) En unión con los movimientos sociales y políticos que rechazan a Dios…, marxismo. 

d) Fruto: como tremenda oleada, ahogan la fe de muchos hombres de nuestro tiempo

He aquí, pues, definido el progresismo, sus raíces o soportes filosóficos y políticos y sus frutos: la muerte de la fe y la negación de Dios, es decir, el ateísmo.   

2. Explicación gráfica.

A pesar de que este tratado se dirige al pueblo, que no entiende de palabras raras, como pronto oirá hablar de ellas, intentaremos dar la idea sobre el progresismo con la explicación más sencilla posible: 

1. El progresismo se asienta sobre escuelas filosóficas que rechazan a Dios, o sea sobre un conjunto de doctrinas más o menos ateas. 

2. Entre estas doctrinas que rechazan la idea religiosa católica están de moda, y han engendrado el modernismo y progresismo, las de Kant y Hegel, autores alemanes que vivieron hace dos siglos. 

a) Kant nadó en 1724 y murió en 1804. Su obra más famosa es la Crítica de la razón pura

Según él: 

i.- La razón no puede demostrar la existencia de Dios. Sólo se puede pensar acerca de él, y esto en lo íntimo del sujeto. 

ii.- Niega la posibilidad de la religión revelada

iii.- Su doctrina se llama inmanentismo o subjetivismo y es un sostén filosófico de los modernistas progresistas

b) Hegel nació en 1770 y murió en 1831. Su obra más conocida es Fenomenología del espíritu

Según él, que sigue en la línea subjetivista de Kant: 

1) La religión se convierte en un asunto individual o subjetivo.

2) Dios no es distinto personalmente del hombre y del mundo.

3) La revelación y la religión no están ligadas a verdades fijas o a dogmas inmutables sino que se transforman, según las fases del sentimiento y la conciencia religiosa, con lo cual creó la doctrina del evolucionismo.

IMPORTANTE: Las doctrinas de estos dos alemanes, Kant y Hegel, constituyen el bagaje y el fondo doctrinal de todos los errores progresistas

3. Las tres raíces del progresismo.

Las raíces del progresismo son:

a) El agnosticismo.

Esta palabra, extraña para el oído de nuestro pueblo, viene del griego y quiere decir no conocimiento.
Es la tendencia a limitar la posibilidad o capacidad de conocer la verdad, en orden a Dios

Según el agnosticismo solamente podemos conocer lo que se palpa de las cosas, y corno a Dios no lo podemos ver o palpar, no lo podemos conocer. Dicen que tenemos la idea de Dios, pero no la podemos comprobar, pues no creen en la revelación divina.  

b) El inmanentismo.

Esta palabra difícil y desconocida para al pueblo representa un sistema de pensar filosófico-religioso, que afirma que las realidades espirituales, como Dios, la revelación, etc., no existen fuera del sujeto que las piensa, algo así como si no tuvieran ninguna realidad fuera de la conciencia de la persona.
Sí existe Dios, la, religión... pero solamente dentro de uno.

c) El evolucionismo.

Esta palabra es más oída y conocida por el pueblo, pero generalmente hace referencia al transformismo del naturalista Darwin, según el cual, los seres vivientes son resultado de una transformación progresiva de la materia y formas anteriores. 

No se trata ahora de aquél. El evolucionismo religioso progresista es el de los que afirman que las verdades religiosas, por ejemplo: la Trinidad, Dios, Jesús, no son eternas e inmutables, sino que cambian de acuerdo con la evolución o desarrollo de la Historia de la Salvación, tal como se presenta en la Biblia.

4. Los frutos del progresismo.

Ateniéndonos a las consecuencias señaladas por el Magisterio de la Iglesia y a las más comunes entre nosotros, señalamos la figura del árbol con diez frutos, porque diez, en el lenguaje del Apocalipsis, es símbolo del poder mundano, poder que estamos comprobando en 'la prensa que los apoya, en el dinero de que hacen derroche y en su capacidad de captación proselitista entre el mundo, demonio y carne. Helos aquí en un desfile de error y de mal:

a) Antropocentristmo.

Es la tendencia a colocar al hombre en lugar de Dios y a cambiar la actitud de obediencia y humildad ante Dios, revelada a través de la Biblia, por una autonomía que no sólo reclama su lugar de hijo de Dios, sino que proclama su independencia frente a Dios y nos recuerda el no serviré del ángel del mal.

El antropocentrismo es la subversión del orden establecido por Dios.

b) Desacralismo.

Palabra con doble sentido. Uno aceptable, el de quitar el significado sagrado que algunos atribuyen a cosas materiales, corno amuletos, horóscopos, buenaventura... Y otro sentido, fruto del progresismo, por el cual se tiende a substituir todo lo sobrenatural o sagrado, como persona del sacerdote, días de fiesta, lugares de culto, peregrinaciones...

El desacralismo es el combate emprendido para borrar las ideas, la vida y signos religiosos del mundo para lograr la muerte de Dios.

c) Secularismo.

Es la tendencia a borrar las diferencias entre lo sagrado y lo profano pertenecientes al mundo. Para ello utiliza la invasión de lo mundano dentro de las Comunidades religiosas, como el aseguramiento; dentro del templo, como en algunas manifestaciones musicales; dentro de los estudios, con desventaja para los directamente religiosos, dando por ejemplo ventajas en los seminarios a la antropología sobre la teología...

El secularismo es el proceso inicial de desacralización para hacer perder el gusto por lo espiritual y religioso en beneficio de lo mundano, en el sentido que San Juan da en su Evangelio a la palabra mundo.

d) Horizontalismo.

Es la tendencia a exagerar los valores humanos o de relaciones entre las creaturas en detrimento o pérdida de los más altos valores verticales, relacionados directamente con Dios. Por ejemplo, olvidar o menospreciar la oración y mortificación en beneficio de las llamadas virtudes activas, como la beneficencia. 

El horizontalismo es la negación práctica del primer mandamiento divino: "Amarás a Dios, con todo tu corazón..., este es el primer mandamiento".

e) Relativismo.

Es la tendencia a menospreciar el valor constante de las verdades religiosas para darles un valor relativo de acuerdo a las supuestas necesidades de los tiempos. El abuso relativista más peligroso es el que se comete contra la Palabra de Dios escrita, a la cual se le arrebata su norma eterna y sentido eterno de la Palabra de Dios.

f) Historicismo.

Es la tendencia a afirmar que todo avanza y se transforma y por tanto, también las verdades. Va acompañado del relativismo y del evolucionismo.

El historicismo es el sistema que hace un fetiche del tiempo: cronolatría. Y otro fetiche de la expresión signos de los tiempos, que los progresistas aplican a su manera, siendo una de las trampas más sutiles para arrastrar al progresismo.

g) Irenismo.

O pacifismo religioso, en su aplicación progresista, es la tendencia a disminuir o disimular la naturaleza de las verdades religiosas o las obligaciones cristianas, en aras de una falsa paz, con los que no comparten nuestros puntos de vista religiosos.

El falso irenismo desemboca en el conformismo religioso, con tendencia a la negación u ocultamiento de la fe, para laborar por la paz.

h) Filomarxismo.

Es la tendencia a la convivencia estable o amigable y a la cooperación con él marxismo, no sólo en los terrenos de promoción social, sino en él ideológico, con el cual la posición cristiana debe ser irreductiblemente contraria. 

El filomarxismo o marxismo vergonzante es la punta de penetración comunista en todos los centros católicos, en algunos de los cuales ha logrado imponer su orientación marxista.

i) Clericalismo político.

Es el hijo del horizontalismo y del filomarxismo, que empuja al clero a dejar obligaciones primarias, que son: oración y servició de la Palabra, para en nombre de un falso humanismo lanzarlo a compromisos políticos y temporales.

El clericalismo político es la carcoma del clero católico y uno de los peores enemigos de sus obligaciones sacerdotales y religiosas.

j) Seudoprofetismo.

Es la tendencia a creer que la salvación y renovación de la Iglesia depende de los movimientos carismáticos, oponiendo la Iglesia institucional a la carismática; los seglares al clero; el estudio a la inspiración privada. 

El profetismo carismático y pentecostal es el enemigo mayor del apostolado ordenado y organizado, pues vive al borde del libre examen y de las normas y estructuras canónicas.

5. Causas del progresismo.

Oigamos a un Santo y a un Papa, en función de enseñar, cuáles son las causas del progresismo. Ahora bien, la primera característica del progresismo es el desprecia a la Tradición y al Magisterio eclesiástico y ningún caso le van a hacer los progresistas a San Pío X. 

Pero existen algunos, tal vez de buena fe, que han abrasado el progresismo y se horrorizarán al comprobar en qué compañía andan. Dice San Pío X:

"Para un conocimiento más profundo del modernismo, así como para buscar remedios a mal tan grande, conviene ahora, Venerables Hermanos, escudriñar algún tanto las causas de donde este mal recibe su origen y alimento.

"La causa próxima e inmediata es, sin duda, la perversión de la inteligencia. Se le añaden, como remotas, estas dos: la curiosidad y el orgullo. La curiosidad, si no se modera prudentemente, basta por sí sola para explicar cualquier error.

"Pero mucho mayor fuerza tienen para obcecar el ánimo e inducirlo al error, el orgullo que, hallándose corno en su propia casa en la doctrina del modernismo, saca, de ella toda clase de pábulo y se reviste de todas las formas. Por orgullo conciben de sí tan atrevida confianza que vienen a tenerse y proponerse a sí mismos como norma de todos los demás. Por orgullo se glorían vanísimamente, como si fueran los únicos poseedores de la ciencia, y dicen, altaneros e infatuados: No somos como los demás hombres; y para no ser comparados con los demás abrazan y sueñan todo género de novedades, por muy absurdas que sean. Por orgullo desechan toda sujeción y pretenden que las autoridades se acomoden a su libertad. Por orgullo, olvidándose de sí mismos, discurren solamente acerca de la reforma de los demás, sin tener reverencia alguna a los superiores ni aun a la potestad suprema. En verdad, no hay camino más corto y expedito para el modernismo que el orgullo.

"Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidado del precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto, como el que más, a abrazar los errores de los modernistas.

"Y si de las causas morales pasamos a las que proceden de la inteligencia, se nos ofrece primero y principalmente la ignorancia. En verdad que, todos los modernistas, sin excepción, quieren ser y pasan por doctores en la Iglesia, y aunque con palabras grandilocuentes subliman la filosofía moderna y desprecian la escolástica, no abrazaron la primera deslumbrados por sus aparatos artificiosos, sino porque su completa ignorancia de 'la segunda les privó del instrumento necesario para suprimir la confusión en las ideas y para refutar los sofismas. Y del consorcio de la falsa filosofía y la fe ha nacido el sistema de ellos, inficionado por tantos y tan grandes errores" (Pascendí, 41-42).

6. Conclusiones.

Como ocurrió con el modernismo, y advierte San Pío X en la condenación del mismo, una parte de sus seguidores está en él, de buena fe, pensando salvar a la Iglesia, a través de sus doctrinas. No se trata de monstruos, sino de gente, a veces, agradable en el trato social y defensora ardiente de sus ideas pero que no ven, ni escuchan, ni al mismo Papa.

La verdad es una, el error múltiple. Por tanto, entre los progresistas debemos distinguir entre las actitudes de buena fe y la actitud de los que tal vez están de buena fe pero han llevado al progresismo hasta sus últimas consecuencias.

Al hablar del progresismo debemos distinguir y admitir tanto en las personas, como en su actuación, su parte positiva, su aportación parcial dentro del proceso de renovación de la Iglesia, que es aquello que deslumbra y fascina, sobre todo a los elementos jóvenes, ardientes, sinceros e idealistas a veces, como ya advertía San Pío X, en la Encíclica Pascendí.

La gran tragedia del progresismo es haber realizado la división religiosa del pueblo de Dios. Se precisa leer y meditar el pasaje bíblico narrado en Reyes I, 12, 25-33, para comparar y sopesar la labor de subversión ideológica realizada. Ciertas catedrales recuerdan al santuario de Betel, rival del de Jerusalén. Ciertos personajes hacen pensar en el hombre del destino trágico, en Jeroboam I, él cual, dirigiéndose a la concurrencia del santuario y señalando el becerro fundido, exclama: "He aquí al Dios que os liberó de Egipto...". ¿Qué nombre tiene hoy aquel becerro fundido...? 

sábado, 4 de agosto de 2012

EL PROGRESISMO RELIGIOSO II b




4. Modernismo subterráneo.
Sin embargo, los modernistas, derrotados, se reagruparon en secreto y formaron una asociación clandestina para seguir propagando sus errores ocultamente, como denunció San Pío X en un Motu Propio el 9 de septiembre de 1910. 

5. Los integristas.
A partir de esta fecha, y como burla de los modernistas contra los fieles seguidores de las doctrinas de San Pío X, se comenzó a llamarles despectivamente integristas, mote con que los siguen señalando los progresistas actuales.
Durante el Pontificado de Pío X, los modernistas camuflados continuaron la propaganda solapada de sus doctrinas en el plano dogmático y también en el plano social y político. 

6. Invasión del campo político.
Para los que se espantan de las mansiones políticas de nuestros progresistas religiosos, y de nuestros Camilos Torres, les presentamos un botón de muestra de la actuación de sus padres de los años 20. El gran escritor Bernarnos, vaticina a H. Massis: "Maurras et notre temps, t. I, pág. 174:
"Comienza una nueva invasión modernista y ya se ven sus avanzadas. Cien años de concesiones y de equívocos han permitido que la anarquía penetre profundamente en el clero. La causa del orden ya no puede contar con un gran número de esos «primaires declassés». Creo que nuestros hijos verán el grueso de las tropas de la Iglesia del lado de las fuerzas de la muerte. Yo seré fusilado por sacerdotes bólcheviques que llevarán el «contrato social» en el bolsillo y la cruz sobre el pecho”... 

7. La nueva teología
Durante el Pontificado de Pío XII el modernismo dogmático intentó un asalto frontal para apoderarse de los centros de estudios teológicos, de los medios católicos de comunicación y de los centros de pastoral. En parte lograron un éxito sorpresivo. Los dominicos y jesuitas cayeron en gran parte en las redes del modernismo. Unos a otros, como había advertido San Pío X, inflando sus méritos y sus nombres, formaron la llamada Nueva Teología. Muchos jóvenes sucumbieron como lo había profetizado San Pío X ante las patrañas y ardides para, atrapar incautos. 

8. Pío XII condena las doctrinas modernistas en la Encíclica Humani Generis.
El 12 de agosto de 1950, Pío XII denunció y reprobó la Nueva Teología de los modernistas en una Encíclica colosal, la Humani Generis, contra, el evolucionismo, el existencialismo, el relativismo, el historicismo, el irenismo, etc.
Nuevos nombres acuñados por los modernistas para suprimir la terminología del Agnosticismo, Subjetivismo, Evolucionismo y poder hacer caer en sus redes a los incautos.
Para intentar impedir la propagación de los errores del modernismo y sus derivados, como la Nueva Teología, Pío XII se vio obligado a tomar algunas medidas disciplinarias contra algunos de los autores. 

9. Traspaso del término modernismo al de progresismo.
Fue hasta el año de 1963 cuando trascendió al gran público la resistencia mantenida en Francia, contra el magisterio de Pío XII por muchos de los teólogos modernistas de la Nueva Teología.
A la muerte de Pío XII el dique se desbordó inundando muchas porciones del campo de la Iglesia.
Durante el pontificado de Juan XXIII y la realización del Concilio Vaticano II, los modernistas cambiaron la denominación de modernistas a progresistas para evitar el quedar incluidos en las censuras y condenas contra ellos lanzados por San Pío X y Pío XII y dividir la Iglesia en dos bandos, que se llamaron progresistas y tradicionalistas.
Paulo VI, a partir de la conclusión del Vaticano II, ha sufrido* al igual que San Pío X y Pío XII, el embate más fiero de los progresistas que, sin máscara ya, pugnan por otra Iglesia. 

10. Profetas progresistas.
Teilhard no es el padre del progresismo. El progresismo es hijo del modernismo, condenado por San Pío X.
Sin embargo, los progresistas se apoyan en algunas ideas de Teilhard sobre el evolucionismo, en torno al cual construye su sistema, que lo conducirá al Cristo Omega, donde encontrará al Cristo de su religión.
En Teilhard se debe distinguir el autor, o el hombre, de su obra sus pensamientos. La vida, aun la más espiritual de un hombre; no es garantía suficiente de la verdad de su ideología.
Teilhard no ha sido condenado oficialmente por la Iglesia o puesto en el Índice. Los escritos de Teilhard han sido mencionados por la Iglesia con un aviso de peligro o Monitum, en cuya advertencia, sin tratar sobre la parte científica que pudiera haber en su obra, se subrayan los peligros sobre la fe de muchas de sus opiniones y teorías; o sea, en Teilhard hay cosas buenas y cosas malas.
Nada como las cartas para conocer, el alma, las intenciones y el sentido de las personas. Leamos algunos fragmentos de Teilhard de Chardin:
"Algunas veces me asusto un poco, cuando pienso en la transformación a la que he de someter mi mente con respecto a nociones vulgares de creación, inspiración, milagro, pecado original, resurrección ... para poder aceptadas" (Lettre, 49, 50, pág. 36, 1962).
"Como sabe usted, lo que domina mi interés y mis preocupaciones es el esfuerzo por establecer, en mí mismo, y por difundir en derredor, una nueva religión (podíamos llamarle un cristianismo mejor) en que Dios personal deje de ser el gran propietario neolítico de tiempos antiguos, a fin de que se convierta en el alma del mundo" (LetPres a Leontine Zanta, Desclée, 1965).
"He experimentado con mayor claridad y, convicción aún aquello que ha venido a ser mi gusto o mi fe fundamental. En impresiones bruscas, claras y vivas, advierto que mi fuerza y mi alegría nacen de que veo realizarse para mí, en cierta manera, la fusión de Dios y del mundo: éste que da la inmediación a lo divino. Aquél que espiritualiza lo tangible" (Lettre, págs. 161-162).
"Posiblemente, nunca, desde hace dos mil años, había tenido la tierra mayor necesidad de una fe nueva y había estado más desligada de las viejas formas para recibirla ..." (Lettre, pág. 262).
"Lo único claro es que quisiera, tan intensamente como sea posible, los últimos años que me quedan de vida para cristificar, como yo digo, la evolución... Eso y, después, ciertamente, acabar; es decir, morir en testimonio de éste Evangelio" (Lettre de voy age, pág. 351).
"Primero: el hombre está todavía en pleno crecimiento ideológico y, segundó, por consiguiente, la fe cristiana en Dios debe desarrollar una componente en k línea del progreso hu mano. En adelante, para mí todo se reduce a ello, y a hacerlo prevalecer" (Cartas, pág. 343).
Finalmente, este texto de Teilhard de Chardin en: Comment je crois, da mucha luz:
"SÍ a causa de cualquier convulsión interna viniera yo a perder sucesivamente mi fe en Cristo, mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, me parece que seguiría creyendo en el mundo.
El mundo (el valor, la infalibilidad y la bondad del mundo) tal es en último análisis, la primera y última cosa en la que yo creo. Gracias a esta fe vivo yo, y a esta fe, lo siento, en el momento de morir, por encima de cualquier duda, me abandonaré... A la fe confusa en un mundo Uno e Infalible me abandono, doquiera que me conduzca".
A la luz de declaraciones como las anteriores, no es de extrañar que la Santa Sede lanzase el siguiente "Aviso de Peligro" o Momtum el 30 de junio de 1962, que dice: '
"Ciertas obras del P. Pedro Teilhard de Chardin, incluyendo algunas póstumas (aparecidas después de su muerte) son publicadas y encuentran una aceptación que no es desdeñable..
Independientemente del debido juicio en lo que atañe a las ciencias positivas, en materias de Filosofía y de Teología, se ve claramente que las obras antes mencionadas encierran tales ambigüedades y aun error« tan graves, que ofenden a la doctrina católica.
Consecuentemente los Excmos. y Rvdos. Padres de la Suprema Congregación del Santo Oficio exhortan a todos los ordinarios y superiores de institutos religiosos, a los rectores de Seminarios y directores de Universidades, a defender los espíritus, particularmente de los jóvenes, de los peligros de las obras del P. Teilhard de Chardin y sus discípulos".
Dado en Roma, en el palacio del Santo Oficio, el 30 de junio de 1962. —Sebastián Masóla, Notario.
Tampoco es de extrañar que la agudeza de la percepción marxista haya visto en la doctrina del evolucionismo de Teilhard el mejor medio de transvasar las ideas marxistas y materialistas hasta las venas del catolicismo. Los marxistas del mundo encero reivindican a Teilhard para sí y, en una Rusia donde no existe posibilidad de publicar nada, sea literario, doctrinal o científico, que no se apegue a la línea del pensamiento materialista marxista, han sido publicadas en Moscú las obras principales de Teilhard.
El diario Osservatore Romana, órgano oficioso de la Santa Sede, explicó los alcances del Momtum en un artículo del 30 de junio y 1 de julio de 1962, en que subraya las principales diferencias de las doctrinas de Chardin con la doctrina católica sobre la creación, relaciones entre Cosmos y Dios, Cristo, Encarnación, Redención Espiritual, materia y pecado.
El que desee mayor información al respecto, consulte la obra editada en México por Editorial H. T. Milenario, Roma y Teilhard de Chardm, por Felipe de la Trinidad.
Jacques Marítain hace notar que Teilhard se preocupa mucho de Cristo. ¿Pero de qué Cristo? ¿De qué Dios?, se pregunta y concluye:
"No del Jesús, del Dios-Hombre; del Redentor, del Revelado". Teilhard llama Cristo a una supuesta fuerza cósmica, donde envuelve su panteísmo en terminología tradicional.
El pensamiento de Teilhard es la muerte de la Historia de la Salvación, tal como está revelada en la Biblia. 

11. Síntesis de la doctrina progresista por Jacques Maritain
El escritor francés Jacques Maritain ha retratado a los progresistas, con toda crudeza, en una página inmortal de su última obra que lleva como título Le paysan de la Garonne.
"Ya no se cree en el diablo ni en los ángeles malos ni buenos. El contenido objetivo a que se apegaba la fe de nuestros mayores es un mito, como también son mitos el pecado original... El Evangelio de la infancia, la resurrección de los cuerpos y la creación, como el Cristo de la historia. La distinción entre naturaleza y gracia es una invención escolástica, como la transubstanciación. No hay que tomarse la pena de negar el infierno, pues, es más sencillo olvidarlo, y eso es probablemente lo mejor que podemos hacer con la Encarnación y con la Trinidad".
El modernismo desenfrenado de hoy en día... tiende en sí a arruinar la fe cristiana..., se esfuerza lo mejor que puede en vaciaría de su contenido.

12. Tácticas de penetración progresista
El progresismo ha perdido la fe católica de la Iglesia tradicional y verdadera. Busca otra Iglesia, pero como afirma San Pío X, "jamás exponen sus doctrinas de un modo metódico y en conjunto, sino dándolas, en cierto modo, por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes".
Siguiendo otra táctica, denunciada por San. Pío X, los progresistas no abandonan externamente la Iglesia, sino que todo su afán y su actividad trepidantes es apoderarse de la misma, comenzando por la jerarquía, el clero y los movimientos de apostolado

* Debemos precisar que el autor, el P Manuel Molina escribe esto en 1971.

viernes, 3 de agosto de 2012

EL PROGRESISMO RELIGIOSO II


II NACIMIENTO Y DESARROLLO DEL MODERNISMO-PROGRESISMO.




"La contra-Iglesia ha penetrado profundamente 
en las inteligencias católicas"
R.P. Julio Mienvielle  

San Pío X

1. Orígenes.
En 1887, san Pío X, siendo obispo de Mantua (Italia), dirigía a sus fieles una pastoral donde señalaba los principales errores modernistas, en la cual, entre otros conceptos, definía a los modernistas así:
"En este moderno cristianismo, olvidando la antigua locura de la cruz, los dogmas de fe deben adaptarse a las exigencias de la nueva filosofía... para dar la mano al feliz progreso de la libertad".

2. Americanismo.
Donde mayor fuerza cobró el modernismo y más rápidamente se expandió fue en los Estados Unidos, apoyado por el Arzobispo Mons. Ireland y por el rector dé la Universidad Católica de Washington, Mons. Keane.
Tan grande fue su influjo en Norteamérica, que vulgarmente el modernismo se llamó americanismo, cuya esencia, el historiador Tocqueville describe así, como si describiera a nuestros progresistas de la década de los 70:
"Los predicadores americanos vuelven sin cesar a la tierra y sólo con gran esfuerzo logran apartar de ella sus miradas. Para llegar mejor a sus oyentes, cada día les hacen ver cómo las creencias favorecen a la libertad y el orden público, y a menudo es difícil ¡saber, al oírlos, si el objeto de la religión es el procurar la eterna felicidad o el bienestar". (La democratie en Amerique, t. 2, pág. 133).
El más famoso de los americanistas fue el fundador de los paulistas, el P. Isaac Herker, que dividió las virtudes en activas y pasivas y combatió éstas en beneficio de aquéllas, tal como hacen nuestros actuales progresistas. León XIII condenó el americanismo el 22 de enero de 1899.
En Europa, el modernismo siguió su propio curso apoyado por religiosos como el jesuíta P. Tyrrél, el carmelita Loysi, monseñores Batiffol y Duchesne y otros muchísimos clérigos y laicos que combatían, discutían o negaban el pecado original, el infierno, los milagros, los ángeles, la transubstanciación, la virginidad de María, el celibato, las devociones, etc. 

3. San, Pío X y la Encíclica Pascendí.
San Pío X condenó las doctrinas anteriores en 1907, en la Encíclica Pascendí, del 8 de septiembre, calificando el modernismo de conjunto de todas las herejías, y a éstos, los peores enemigos de la Iglesia.
Es preciso reproducir aquí el prólogo de la Encíclica escrita por un Papa santo, para que, al ver retratados fielmente a nuestros actuales progresistas, cobremos horror a las presentes doctrinas de ellos y sintamos, al oponernos, seguridad gozosa de nuestra Fe.

"No ha existido época alguna en la que no haya sido necesaria a la grey cristiana esa vigilancia de su Pastor supremo, porque jamás han faltado, suscitados por el enemigo del género humano, hombres de lenguaje perverso: «Yo sé que después de mi partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento» (Hechos, 20, 29-30); decidores de novedades y seductores «porque hay muchos, indisciplinados, charlatanes, embaucadores, sobre todo los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca, que revuelven del todo las casas, enseñando lo que no deben, llevados del deseo de torpe ganancia» (Tito, I, 10-11). Sujetos al error y que arrastran al error «Los hombres malos y seductores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados"» (II Timoteo, 3, 13).
"Pero es preciso reconocer, que en estos últimos tiempos ha crecido, en modo extraño, el número de los enemigos de la Cruz de Cristo, los cuales, con artes enteramente nuevas y llenas de perfidia se esfuerzan por aniquilar las energías vitales de la Iglesia, y hasta por destruir totalmente, si les fuera posible, el Reino de Jesucristo. Guardar silencio no es ya decoroso, si no queremos aparecer infieles al más sacrosanto de nuestros deberes, y si la bondad de que hasta aquí hemos hecho uso, con esperanza de enmienda, no ha de ser censurada ya como un olvido de nuestro ministerio. Lo que sobre todo exige de nosotros que rompamos sin dilación el silencio, ya que hoy no es menester ir a buscar los fabricadores de errores entre los enemigos declarados: se ocultan, y ello es objeto de grandísimo dolor y angustia, en el seno mismo de la Iglesia, siendo enemigos tanto más perjudiciales cuanto lo son menos declarados.
"Hablamos, Venerables Hermanos, de un gran número de católicos seglares, y lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en Filosofía y Teología e impregnados, por el contrario, hasta la médula de los huesos con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del Catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia y en apretadas falanges asaltan con audacia todo cuanto hay más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia Persona del Divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.
Tales hombres se extrañan de verse colocados por Nos entre los enemigos de la Iglesia. Pero no se extrañará de ello nadie que, prescindiendo de las intenciones, reservadas al juicio de Dios, conozca sus doctrinas y su manera de hablar y obrar. Son seguramente enemigos de la Iglesia, y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días el peligro está casi en las entrañas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia. Añádase que han aplicado la segur, no a las ramas, ni tampoco a débiles rebrotes, sino a la raíz misma; esto es, a la fe y a sus fibras más profundas.
"Mas una vez herida esa raíz de vida inmortal, se empeñan en que circule el virus por todo el árbol y en tales proporciones que no hay parte alguna de la fe católica donde no pongan su mano, ninguna que no se esfuercen por corromper. Y mientras persiguen por mil caminos su nefasto designio, su táctica es la más insidiosa y pérfida. Amalgamando en sus personas al racionalista y al católico, lo hacen con habilidad tan refinada, que fácilmente sorprenden a los incautos. Por otra parte, por su gran temeridad, no hay linaje de consecuencias que les haga retroceder o, más bien, que no sostengan con obstinación y audacia.
"Juntan a esto, y es lo más a propósito para engañar, una vida llena de actividad, constancia y ardor singulares hacia todo género de estudios, aspirando a granjearse la estimación pública por sus costumbres, con frecuencia intachables. Por fin, y esto parece quitar toda esperanza de remedio, sus doctrinas les han pervertido el alma, de tal suerte, que desprecian toda autoridad y no soportan corrección alguna y atrincherándose en una conciencia mentirosa, nada omiten, para que se atribuya a celo sincero de la verdad. Nos habíamos esperado que algún día volverían sobre sí, y por esa razón habíamos empleado con ellos la dulzura como hijos, después la severidad y, por último, aunque muy contra nuestra voluntad, las reprensiones públicas.
"Pero no ignoréis, Venerables Hermanos, la esterilidad de nuestros esfuerzos: inclinaron un momento la cabeza para erguirla en seguida con mayor orgullo. Ahora bien, si sólo se tratara de ellos, podríamos Nos, tal vez disimular, pero se trata de la religión católica y de su seguridad. Basta, pues, de silencio; prolongarlo sería un crimen. Tiempo es de arrancar la máscara a estos hombres y de mostrarlos a la Iglesia entera tales cuales son en realidad.
"Y como una táctica de los «modernistas» (así se les llama vulgarmente y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más odiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal". (Encíclica Pascendi del 1 al 3). 

La Encíclica Pascendi dio un golpe mortal al modernismo. En 1915, el gran cardenal Merder, arzobispo de Malinas (Bélgica), escribía en la pastoral de Cuaresma:
"El público, asombrado, ansioso tal vez, ha admirado esta augusta figura del Pontífice en su lucha cuerpo a cuerpo contra el modernismo.
Si en los tiempos de Lutero y Calvino la Iglesia hubiera tenido un Pontífice de la categoría de un Pío X, ¿hubiera logrado el protestantismo separar de la Iglesia una tercera parte de la Europa cristiana?
Así, cuando se mire con la perspectiva del tiempo, la acción tan compleja en su unidad y tan amplia y penetrante, se admirará unánimemente la fuerza de este gran Papa y se bendecirá a la Providencia por haber salvado a la Cristiandad del peligro inmenso, no ya de una sola herejía, sino de una pérfida mescolanza de todas las herejías".
Algunos compararon la Encíclica Pascendi a la jornada del 3 de junio del año 325 cuando los 300 Padres de Nicea condenaron al obispo Arrio, que negaba la divinidad de Cristo.