miércoles, 31 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXLV (1° DE SEPTIEMBRE)



MEDITACIÓN CCXLV
(1° DE SEPTIEMBRE)  

De los juicios que son temerarios 
por falta de conocimiento.



Punto 1°.- Vosotros juzgáis sin examen, según las apariencias, las conjeturas y la verosimilitud, según los rumores que corren entre todas las gentes y que no tienen ningún autor cierto. Juzgáis según las relaciones de gentes interesadas en engañaros, que sólo procuran robar vuestra estimación, y arrebatarla a los que son más dignos de ella. Más no bastan las conjeturas y la verosimilitud para autorizar un juicio; es preciso aquí la certeza y la seguridad, y vosotros no la tenéis, y ni aun queréis tomaros el trabajo de buscarla.

Punto 2°.- Hacéis más todavía; no contento con juzgar de las acciones, juzgáis también de las intenciones. ¿Y qué cosa hay más temeraria? Sólo Dios tiene la llave del corazón, se ha reservado para sí este conocimiento, y nada irrita más a un juez contra un criminal, como el verle atacar sus derechos más inviolables, usurpando sobre él el poder de pronunciar unos juicios sobre lo que no tiene conocimiento. ¿Quién puede pues, haberos enseñado lo que pasa en los repliegues secretos del corazón humano? Apenas conocéis vuestro propio corazón, ¿cómo podríais juzgar del de los otros?  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

martes, 30 de agosto de 2016

MEDITACIÓN CCXLIV (31 DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXLIV
(31 DE AGOSTO) 

De los juicios que son temerarios 
por falta de autoridad.  




Punto 1°.- Cuando juzgáis a vuestro prójimo sin necesidad, usurpáis un derecho que no tenéis. ¿Quién sois vosotros, dice el Apóstol Santiago, para juzgar a vuestro prójimo? ¿Quién os ha dado derecho para ello? No os lo ha dado Dios puesto que os prohíbe expresamente el juzgarle: Nolite judicare; No juzguéis. Así que pretendéis atribuiros una autoridad que Dios os rehúsa y os prohíbe invadir.   

Punto 2°.- Irritáis contra vosotros a vuestro propio juez. Él os ha dicho yo os juzgaré como hayáis juzgado a vuestros hermanos; y no habrá misericordia que esperar para aquél que los haya juzgado sin misericordia. Si no habéis querido tener para con ellos ningún miramiento, ni compasión, ni indulgencia; no la esperéis para vosotros; si habéis cerrado los ojos a todo lo que podía justificarlos y hacerlos menos culpables, yo no recibiré ninguna de vuestras excusas.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.