miércoles, 29 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXXXII (30 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXXXII
(30 DE JUNIO)

Sobre el lujo.



Punto 1°.- Unos dan en un lujo general que se extiende a todo. Quieren brillar en todo; y no siguen en sus gastos otra regla que su voluntad que abraza con igual ardor todo lo que la moda engendra, todo lo que la vanidad inspira, y todo lo que el capricho es capaz de sugerir. En vano la religión les dice. Limitaos a lo puro necesario, relativamente a vuestro estado: se hacen sordos a su voz y sólo escuchan a los aduladores ávidos e interesados que aplauden todas sus prodigalidades, porque se aprovechan de ellas.  

Punto 2°.- Otros dan en un lujo de fantasía. Llevan hasta el exceso ciertos gastos de gusto y de capricho, para los cuales no perdonan nada, mientras que son moderados y aun a veces avaros en todos los demás. Así el rico malo daba principalmente en el lujo de la mesa y de los vestidos. Vestía de púrpura y de lino, y todos los días se sentaba a una mesa suntuosa; no obstante, fue sepultado en el infierno, no por haber sido rico, dice San Crisóstomo, sino por haber hecho mal uso de sus riquezas.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

martes, 28 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXXXI (29 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXXXI
(29 DE JUNIO)

Sobre la distinción de lo necesario, y de lo superfluo.




Punto 1°.- Un cristiano debe mirar esta distinción como uno de los objetos más importantes de su atención y de sus escrúpulos. 1°. No siendo más que el dispensador y el ecónomo de los bienes que posee, será responsable en el juicio de Dios del uso que haya hecho de ellos. 2°. En este juicio el mismo Dios hará la distinción de lo necesario y de lo superfluo; y se dirá que el uno pertenecía al rico, y que el otro era debido todo entero a los pobres. Es pues de la mayor importancia para la salvación del rico, el saber distinguir exactamente el uno del otro; puesto que si empleas en su uso este superfluo que no le pertenece, sería condenado en el tribunal de Dios como un administrador infiel.

Punto 2°.- Esta distinción está fundada. 1°. En las exigencias esenciales e indispensables de la condición; 2°. En la cantidad de las rentas. Todas las veces que el gasto pase alguno de estos dos límites, o los dos a la vez, es un gasto superfluo, y por consiguiente, todo lo que gastéis en ello pertenece al pobre. La sola cualidad de rico, no es pues un título suficiente para autorizar las grandes prodigalidades; supone solamente un superfluo más considerable, y por consiguiente, una obligación estricta de aliviar mayor número de pobres, o de procurarles mayores socorros.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.