MEDITACIÓN
V
(5 DE ENERO)
Que todas
las acciones deben referirse a Dios.
Punto1°.- Toda
acción moral que no puede ser referida a Dios es viciosa en sí misma. Se refiere una acción a Dios cuando
nos proponemos al hacerla un fin laudable, útil y digno de Dios cuando se la
ofrecemos, cuando obramos por su gloria y para conformarnos a su voluntad. Si la acción es tal que no pueda
absolutamente proponerse un fin semejante, necesariamente debe ser viciosa en
sí misma y por consiguiente indigna de las miradas de Dios. ¡Qué campo tan
vasto no abre a nuestras reflexiones este sólo principio meditado y profundizado! ¿Me atreveré a ofrecer esta acción a Dios?
¿Me atreveré a decir y podré pensar, que nada tiene contrario a su voluntad, y
que aún puede contribuir a su gloria? No sin duda. Pues debo abstenerme de
ella; porque Dios no puede ser glorificado sino por lo que lleva un carácter de
sabiduría, de justicia y de santidad, y yo no puedo santificarme a mí mismo
sino por las acciones que le glorifican.
Punto 2°.- Toda acción que un alma cristiana no refiere
a Dios, es defectuosa por su motivo; porque si no procura agradarle es que
procura satisfacerse a sí misma, y obra por contentar su amor propio, su
ambición, su avidez, su malicia, su vanidad y su intemperancia. Ahora bien
¿Quién duda que semejantes motivos no hagan una acción defectuosa? Sea que comáis sea que bebáis, dice san
Pablo, hacedlo todo por la gloria de Dios.
¿Será esto un consejo o un precepto?
Parece evidente que es un precepto. Todo lo que se hace de bueno, de
laudable y de útil en el mundo, no se hace sino por la influencia y el concurso
del poder y de la voluntad divina: deben pues referírselo a Dios, pues siendo
su primer principio, es muy justo que sea su término y último fin.
AFECTOS Y
SUPLICAS
Señor yo
quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo
que vos lo queréis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario