miércoles, 13 de julio de 2016

MEDITACIÓN CXCVI (14 DE JULIO)



MEDITACIÓN CXCVI
(14 DE JULIO)

Del cuidado que deben tener los padres de educar 
y enriquecer a sus hijos.




Punto 1°.- Este cuidado es el pretexto de que se sirven para dispensarse de la limosna; mas no parecen ocuparse únicamente de ello sino cuando se les habla de socorrer a los pobres; y no vuelven a pensarlo cuando se trata de sus diversiones y placeres. ¿No ven todos los días esos desgraciados hijos lo más cierto de su patrimonio empleado en sostener el lujo y la vanidad de un padre pródigo y disipador? ¿No ven con dolor, retardado su establecimiento, su educación descuidada por mil locos expensas? Y estos mismos padres, cuando se les habla del precepto de la limosna hacen resonar muy alto las obligaciones que la ley natural y divina les impone, respecto de sus hijos.

Punto 2°.- El lujo, y no el afecto paternal es el que únicamente les impide socorrer a los pobres. Y lo que prueba esto, les decía San Agustín, es que si acontece el que uno de vuestros hijos os sea arrebatado por la muerte ¿Qué haréis? Si era para enriquecer a este hijo para lo que reservábais una parte de vuestros bienes, ¿la daréis a los pobres cuando le hayáis perdido? Ya estáis libre; ya estáis desatado de todos los deberes que os ligaban para con él: ¿Por qué pues retenéis todavía esa porción de la herencia que le estaba destinada? ¿Qué, no enviaréis al cielo, tras ese hijo lo que solo guardábais para él?     



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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