MEDITACIÓN CCX
(28 DE JULIO)
Sobre las devociones pasajeras.
Punto 1°.- Llámase devoción
pasajera, la que nace de las ocasiones y de las circunstancias, pero que no se
sostiene. Reconocemos, y aun
lloramos los desórdenes de nuestra vida; pero después de algún intervalo de
devoción, volvemos a seguir nuestra vida ordinaria, y volvemos a los mismos
pecados. Prometemos a Dios renunciar a ellos, y lo prometemos con
sinceridad; mas no tenemos el valor suficiente para permanecer firmes en
nuestra resolución. El corazón se enternece
por algún tiempo; pero no se cambia. Esta devoción nace ordinariamente o de
alguna aflicción imprevista, o de alguna solemnidad religiosa, o de la
aproximación de la muerte; mas como no es sólida ni está arraigada en el
corazón, se desvanece prontamente con las causas y ocasiones que la han hecho
nacer.
Punto 2°.- Ilusión de las
devociones pasajeras. Reflexionad que
si vuestra devoción desaparece, las verdades sobre las cuales estaba apoyada y
que la hacían necesaria, subsisten siempre. Los juicios de Dios no por eso son
menos terribles; aunque ya no penséis en ellos. ¿Queréis ser como los niños
que para ocultarse a la vista de los que los buscan, cierran los ojos y luego
se imaginan que ya no los ven?
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo
creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os
amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi
arrepentimiento.
Yo os adoro
como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy
gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
Dios mío,
dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra
justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro
poder.
Yo os consagro
mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en
adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino
por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío,
ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones
venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las
virtudes que me convienen.
Llenad mi
corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de
celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo
procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con
mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi
socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la
mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la
tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis
que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en
mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis
resoluciones.
Señor,
inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior
modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío,
descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo,
la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced
que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el
infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro
Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario