MEDITACIÓN CCIX
(27 DE JULIO)
Sobre el orden que debe observarse
en la práctica de la limosna.
Punto 1°.- La limosna debe
hacerse, 1°. Con elección; 2°. Con discernimiento; y 3°. Con medida. 1°.
Con elección: prefiriendo sus parientes
y sus domésticos, cuando son verdaderamente pobres, a los extraños: 2°. Con
discernimiento: dando más bien a los que
se encuentran en una impotencia absoluta de ayudarse, que a los que pueden
todavía encontrar recurso a su miseria; 3°. Con medida: evitando el dar demasiado a unos, y quedar
por eso en imposibilidad de socorrer a los otros.
Punto 2°.- Si sucediese por
desgracia, y no por falta de indagaciones y de cuidado, que fuésemos engañados
en la elección de los pobres que socorremos, no por eso perderíamos el mérito
de nuestra caridad. Cuando yo asisto
a un hombre en su indigencia, su naturaleza misma es el objeto de mi compasión
y no la cualidad de sus costumbres. Será si queréis, un malvado y un impostor que
sustrae a los verdaderos pobres sus limosnas que les son debidas: yo lo ignoro,
y no me ha sido posible informarme exactamente de ello; por lo cual no podrá
arrebatarme el mérito de mi caridad. Él será castigado sin duda por haber
sorprendido una limosna que no merecía; pero yo seré recompensado por habérsela
dado.
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.
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