domingo, 3 de julio de 2016

MEDITACIÓN CLXXXVI (4 DE JULIO)



MEDITACIÓN CLXXXVI
(4 DE JULIO)

Del honor que damos a Dios por la limosna.




Punto 1°.- El que tiene compasión del pobre, dice el Sabio, honra a Dios. La razón es muy clara: porque Dios en calidad de padre común de todos los hombres, debe proveer a la subsistencia de los pobres, que son, lo mismo que los ricos, sus hijos y sus criaturas. No lo ha hecho dando a los pobres los bienes que necesitan; pero ha encargado a los ricos que provean y suplan a ello por su abundancia; y por consiguiente, cuando cumplen con esta obligación, entran en las miras de la Providencia y las justifican; y prueban, por su caridad que este padre siempre equitativo ha provisto a las necesidades de todos sus hijos; y obedeciendo su ley hacen honor a su justicia.

Punto 2°.- Por la misma razón, el que rechaza al pobre, hace injuria a Dios que es su criador: Qui despicit pauperem exprobrat factori ejus. Deshonra su Providencia, y es culpable de que se crea que es ciega e injusta en la distribución de los bienes de este mundo. No la acusa él mismo, puesto que está contento de la parte que ha recibido; pero la acusa por boca de los pobres abandonados, cuyas quejas y murmuraciones excita por su dureza, y por esto, las blasfemias y las imprecaciones de los pobres, vienes a ser crímenes del rico.    



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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