lunes, 4 de julio de 2016

MEDITACIÓN CLXXXVII (5 DE JULIO)



MEDITACIÓN CLXXXVII
(5 DE JULIO)

Sobre la obligación de la limosna.




Punto 1°.- Esta es una verdadera deuda vinculada a la posesión de las riquezas. Y así es calificada en la Escritura: Redde debitum tuum. El negarse a darla es tratando allí de fraude y de injusticia: Eleemosynan pauperis ne defraudes; Y notad que el Espíritu Santo la llama la limosna del pobre, y no la limosna del rico, porque pertenece al pobre que la recibe más bien que al rico que la da. No miréis pues a los pobres como unos desgraciados que recorren a vuestra caridad y a vuestra compasión: miradlos como acreedores fundados en derecho, y que procuran el pago de una deuda que les es adquirida.

Punto 2°.- La mayor parte de los ricos se persuaden falsamente que la limosna es de su parte una pura liberalidad. Sobre este falso principio se creen dueños de darla o de rehusarla, según les place. Sobre este falso principio se creen dispensados de tomar cada año, sobre sus rentas, este superfluo fijo y determinado del cual son deudores a los pobres. Es la condición de ellos al ser pobres, dicen, así como la mía es el ser rico. Es verdad, es su condición el ser pobre; pero no es su condición el ser abandonados; es su condición implorar vuestro socoro, porque están en esa necesidad; pero la vuestra es el socorrerlos, porque estáis en la abundancia.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario