domingo, 31 de julio de 2016

MEDITACIÓN CCXIV (1° DE AGOSTO)



MEDITACIÓN CCXIV
(1° DE AGOSTO)

De la relación que tiene la humildad cristiana 
con las demás virtudes. 




Punto 1°.-  La fe, la esperanza y la caridad, que encierran nuestros principales deberes para con Dios, no se sostienen sino por la humildad. 1°. La fe ilustra a los espíritus humildes, dóciles y sumisos; mientras que el orgullo apaga o rechaza todas sus luces, según estas palabras: Habéis ocultado estos misterios a los sabios y a los prudentes del siglo, y los habéis revelado a los humildes. 2°. La esperanza es el recurso y el consuelo de los humildes, que desconfían de sí mismos, y ponen en Dios toda su confianza. 3°. La caridad, que consiste en amar a Dios, es igualmente la herencia de los humildes, que saben que todo lo que tienen viene de su Majestad, y no subsisten sino por su bondad.

Punto 2°.- La humildad es también el sostén de las otras virtudes que encierran nuestros deberes para con el prójimo. Siempre hay altercados y querellas entre los orgullosos, dice el Sabio; se quejan de todo; nada encuentran a su gusto, y solo procuran desgarrarse y destruirse mutuamente. Los humildes, por el contrario, están contentos de todo; de nada se quejan; no ambicionan distinciones ni preferencias; y siempre se imaginan que se les trata más favorablemente de lo que merecen; y por esto conservan la paz con Dios, con el prójimo y consigo mismos.  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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