sábado, 16 de julio de 2016

MEDITACIÓN CXCIX (17 DE JULIO)



MEDITACIÓN CXCIX
(17 DE JULIO)

De las ventajas que trae consigo la práctica de la limosna.




Punto 1°.- Dios pone en su lugar al que da la limosna. Un cristiano caritativo, en el espíritu de la religión, no es solamente un hombre que socorre a su semejante; sino que es un hombre que ocupa el lugar del mismo Dios; de ese Ser infinitamente misericordioso, que se complace en ejercer su poder por sus beneficios. Dar limosna es pues, ser el sustituto y el cooperador del mismo Dios para con el pobre. Un cristiano caritativo es como una especie de divinidad que produce unos cambios repentinos y muchas veces imprevistos en el alma y en la fortuna de los desgraciados.

Punto 2°.- Dios mismo se pone en el lugar del que la recibe. Un pobre en el espíritu de la religión, no es solamente una porción de la humanidad afligida y paciente, sino que es un miembro de Jesucristo que padece; es Jesucristo en persona quien nos pide un poco de agua para apagar su sed, decía en otro tiempo el Salvador a la Samaritana: Si scires denum Dei, et quis est qui tibi decit: Da mihi bibere. Vos lo sabéis, cristiano, no ignoráis que el mismo Jesucristo es quien recurre a vos en la persona del pobre; ¿Y seréis tan bárbaro tan ingrato y tan impío que le rehuséis lo que os pide, y lo que podéis darle tan fácilmente?   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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