MEDITACIÓN CCVI
(24 DE JULIO)
Sobre las limosnas de los
pecadores.
Punto 1°.- Estas no
bastan para borrar sus pecados si perseveran en ellos. Porque no debemos imaginarnos que un pecador pueda
nunca comprar con sus limosnas el derecho de persistir en sus desórdenes. Si tuviese lugar este tráfico seguiría de
aquí que los ricos tendrían más medios y facilidad para salvarse que los pobres.
Punto 2°.- No obstante, la
limosna tiene una virtud particular para atraer del cielo las gracias que son
necesarias al pecador para convertirse; y en este sentido se dice: Rescatad vuestros pecados en limosnas…. La
caridad cubre la multitud de los pecados….dad y se os dará….dad la limosna de
vuestro superfluo, y seréis purificados. Y así el centurión de quien se
habla en el libro de las Actas, obtuvo del cielo la gracia de la fe, porque hacía muchas limosnas al pueblo y
oraba a Dios continuamente. Vino un ángel del cielo que le dijo: Vuestras oraciones y limosnas han subido
hasta Dios, y se ha acordado de ellas. ¡Cuántos
ricos hay, que retenidos por unos hábitos criminales en los lazos de la
iniquidad, podrán obtener por los mismos medios la gracia de su conversión!
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo
creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os
amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi
arrepentimiento.
Yo os adoro
como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy
gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
Dios mío,
dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra
justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro
poder.
Yo os consagro
mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en
adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino
por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío,
ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones
venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las
virtudes que me convienen.
Llenad mi
corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de
celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo
procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con
mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi
socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la
mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la
tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis
que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en
mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis
resoluciones.
Señor,
inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior
modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío,
descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo,
la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced
que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el
infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro
Señor.
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