martes, 29 de marzo de 2016

MEDITACIÓN XC (30 DE MARZO)

MEDITACIÓN XC
(30 DE MARZO) 

Sobre la piedad exterior de un hombre del mundo



Punto 1°.- Esta piedad debe estar arreglada por los deberes de un estado, en primer lugar, respecto de sus acciones. Si vivís en el mundo vuestra piedad interior puede ser la misma que la de los solitarios más retirados de él. Amad a Dios con el mismo ardor, tened los mismos deseos de poseerle, de servirle y de agradarle, el mismo celo por su gloria, la misma sumisión a su voluntad: vuestro estado os lo permite, porque todo lo que permanece encerrado en vuestra alma no puede causar nunca turbación ni alteración de vuestros deberes. Mas vuestra piedad exterior no puede ya ser la misma, porque esta debe siempre estar arreglada por los deberes de vuestro estado, de donde se sigue, que si este estado exige de vos más trabajo que oración, debéis consagrar más tiempo al uno que a la otra


Punto 2°.- Respecto de sus discursos. Un cristiano que vive en el mundo no debe erigirse en predicador ni en profeta, sobre todo, con aquellos cuya conducta particular no está sometida a sus órdenes. Los discursos de un hombre virtuoso no hacen ningún efecto tan luego como sale de su estado, su piedad misma se desacredita cuando llega a hacerse crítica, pues sólo debe ser ejemplar. No te conviene regularmente censurar los vicios de los hombres, y trabajar en curarlos más que por la impresión dulce y eficaz de tus ejemplos. Un espejo no tiene vos para advertir a los que le miran, de los defectos de su rostro, y no por eso deja de hacerlos avergonzarse de ellos sin poder reprochárselos.  

 Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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