martes, 22 de marzo de 2016

MEDITACIÓN LXXXIII (23 DE MARZO)

MEDITACIÓN LXXXIII
(23 DE MARZO) 

Sobre la falsa conciencia.



Punto 1°.- Los errores de la falsa conciencia son tanto más peligrosos cuanto es más fácil de formarse, primeramente, porque es fácil cegarse acerca de sus deberes, por poco que estos sean contrarios a nuestras inclinaciones y a nuestros intereses: Quod volumus sanctum est (Lo que apetecemos tenemos por santo). Es verdaderísima sentencia, -dice san Agustín- porque se nos antoja, que el amor de la concupiscencia es amor de naturaleza bien instituida, y lo que juzgamos del apetito de la naturaleza bien instruida, así mismo juzgamos de lo que apetece la maldita y desordenada concupiscencia. Todo lo que queremos, todo lo que deseamos con ardor, nos parece permitido: y también porque no es menos fácil cegarse acerca de la distinción precisa de las virtudes y de los vicios; porque ¿qué cosa hay más semejante a la constancia que la terquedad, a la liberalidad que la profusión, a la dulzura que la timidez? Toda virtud llevada a cierto exceso llega a ser un vicio, y a menos que el ojo de nuestra alma no sea perfectamente puro, no echa de ver sino con dificultad el corto intervalo que los separa.    

Punto 2°.- Mientras más elevados estamos en el mundo más fácil es formarse una falsa conciencia; porque entonces hay intereses más considerables, y deberes más extensos respecto de los cuales es más fácil engañarse; y porque más fácilmente encontramos guías que nos adulen y que emplean toda la astucia de su ingenio en conocer y justificar nuestras faltas. Desconfiad pues, de esos caracteres blandos y artificiosos cuyos discursos son siempre favorables a los intereses de vuestro amor propio.     

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario