viernes, 25 de marzo de 2016

MEDITACIÓN LXXXVI (26 DE MARZO)

MEDITACIÓN LXXXVI
(26 DE MARZO) 

Sobre los medios de curar las ilusiones de la falsa conciencia.  



Punto 1°.- Estos medios son, 1°. Comparar los juicios que formamos acerca del estado de nuestra conciencia, en los que formamos acerca de la conciencia de los demás. Estos juicios son siempre exactos hasta la severidad; tomémoslos pues por modelos de los que debemos formar sobre nuestra propia conciencia; esta es demasiado ilustrada cuando se trata de juzgar a los otros. ¿Por qué ha de ser ciega sólo para sí misma? ¿Por qué no hemos de emplear en nuestra ventaja personal  esa luz que está en nosotros y que nos hace tan perspicaces para percibir los vicios ajenos, y tan severos para condenarlos? 


Punto 2°.- Comparar los caminos por donde nuestra conciencia nos conduce con el camino que conduce al cielo. Este camino es estrecho, y no tiene ninguna relación, ninguna proporción con una conciencia loca. De nosotros depende el formar nuestra conciencia al grado de nuestros intereses y de nuestros deseos; más aún cuando los tomásemos por guías y adoptásemos todos los falsos principios que son capaces de inspirarnos estos principios viciosos y erróneos no nos permitirá el poder de ensanchar el camino de la salvación. ¿Acaso la voluntad de Dios debe acomodarse a la conciencia del hombre, o la conciencia del hombre es la que debe arreglarse y formarse conforme a la voluntad de Dios?  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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