miércoles, 9 de marzo de 2016

MEDITACIÓN LXX (10 DE MARZO)

MEDITACIÓN LXX
(10 DE MARZO) 

Sobre la ciencia de la salvación.



Punto 1°.- Esta ciencia es llamada en la Escritura la ciencia de Dios, sciemtiam Dei, porque nos enseña: 1°. A conocer a Dios, es decir, el más perfecto y cabal de todos los seres, aquel que reúne en el más alto grado todas las perfecciones imaginables, perfecciones que llegan aún más allá de todo lo que podemos imaginar. Y si el conocimiento de sus obras más pequeñas nos parece digno de ocupar nuestro espíritu, ¿qué será el conocerle a Él mismo? ¡Oh hombres! Vosotros os creéis sabios cuando conocéis imperfectamente una parte de las obras de Dios, e ignoráis la ciencia de la salvación; renunciáis al conocimiento de ese Ser superior y soberano que encierra en su esencia divina todo lo que puede arrebatar y satisfacer vuestra admiración sin agotarla jamás.


Punto 2°.- Esta ciencia es llamada en la Escritura la ciencia de los santos, sciemtiam sanctorum, porque nos enseña también a conocer nuestros deberes, y por consiguiente a conocer la piedad, la caridad, la justicia, que son la imagen de Dios. Este conocimiento de nuestros deberes es propiamente el arte de conformar nuestras acciones con la naturaleza y la voluntad de Dios, y de imitar sus perfecciones divinas en cuanto la debilidad humana puede permitirlo. ¿Y qué cosa más digna de ocupar toda la atención de nuestro espíritu y todos los movimientos de nuestro corazón? 

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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