jueves, 17 de marzo de 2016

MEDITACIÓN LXXVIII (18 DE MARZO)

MEDITACIÓN LXXVIII
(18 DE MARZO)

Sobre los medios de conocer las pasiones dominantes.    



Punto 1°.- Para conocer estas pasiones es necesario poner atención, primeramente en su número: porque hay algunos que tienen muchas pasiones a la vez que los dominan sucesivamente: y otros que no tienen propiamente más que una de la cual están continuamente ocupados. Los que tienen muchas no se ciegan tan frecuente ni tan fácilmente sobre su estado como los que sólo tienen una, porque esa multitud de pasiones que los gobiernan les hacen cometer tantos pecados que les es como imposible no conocerlos.   

Punto 2°.- En los diferentes caracteres que las distinguen. Unas son tan groseras y arrojan al hombre en tan grandes desordenes que no pueden disimularse. ¿David y Salomón podrían ocultarse a sí mismos la pasión que los dominaba al grado de obligar al uno a derramar la sangre del fiel Urías, y al otro a renunciar al culto del verdadero Dios por adorar a los ídolos? Hay otras pasiones cuyos desarreglos son menos sensibles, y que permanecen en cierto modo ocultas en los repliegues del corazón, tales como la envidia, el odio, la vanidad y la pereza. Estas regularmente no tienen ninguna y nos ciegan con tanta más facilidad, cuanto que casi no nos hacen sentir su dominio.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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