jueves, 1 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXXXVII (2 DE DICIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXXXVII
(2 DE DICIEMBRE)

Sobre la verdadera y falsa piedad.  



Punto 1°.- La verdadera piedad es humilde y la falsa es orgullosa. La una teme el ruido y el aparato de la fama, y la otra lo busca; una huye de la luz, le agrada verse olvidada y desconocida; la otra por el contrario, quiere que se hable de ella y procura mostrarse en plena luz, y teme la oscuridad y el olvido; una se contenta con las miradas del Padre celestial, que ve en lo secreto, y la otra quiere atraerse las miradas de los hombres, que la lisonjean y la satisfacen más que la del soberano Señor.  


Punto 2°.- La verdadera piedad es desinteresada, y la falsa está siempre ocupada de sus intereses; porque una será fundada sobre la caridad que renuncia a sus propias ventajas, y la otra está todavía bajo la esclavitud del amor propio, que nunca puede resolverse a sacrificarlas; una, es la misma en todas partes, la otra cambia para participar de los vicios que dominan en los lugares donde se encuentra. La corte, por ejemplo, siendo el lugar de la ambición, de la política, del disimulo y de la intriga, la devoción llega a hacerse muchas veces ambiciosa, astuta, insinuante, política, intrigante, artificiosa y disimulada.    

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.  

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