lunes, 5 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXLI (6 DE DICIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXLI
(6 DE DICIEMBRE)

Sobre el orgullo.



Punto 1°.- Ceguedad del orgullo: Yo no soy como los demás hombres. He aquí el primer grito del orgullo. Desengañaos: vuestro orgullo os engaña y os ciega; sois en todo semejante a los demás hombres; habéis salido del mismo polvo, y volveréis a él lo mismo que ellos; tenéis las mismas debilidades, y si alguna distinción os eleva sobre ellos, no os es propia ni personal, puesto que está fundada en la opinión de la multitud, o en lo que llamamos los caprichos del acaso y de la fortuna.    


Punto 2°.- Injusticia del orgullo. ¿Qué es lo que hace a los hombres orgullosos? Un nacimiento que no supone ningún mérito en los descendientes, y el cual muchas veces es hacerle favor el decir que ha sido ilustrado por el mérito de sus antepasados; un talento que sólo parece grande al que lo tiene, mientras que parece falso, ligero o insípido a los que lo juzgan; un vano humo de gloria que el amor propio aumenta, que la lisonja exagera, que un viento popular nos trae, y que otro disipa. He aquí lo que alimenta la altivez y las pretensiones del orgullo. Sobre unos fundamentos tan débiles cree poder apoyar esa grandeza falsa e imaginaria de que viene a formarse como un ídolo.    

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor. 

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