domingo, 25 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCLXI (26 DE DICIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCLXI
(26 DE DICIEMBRE)  

Sobre la Providencia.




Punto 1°.- Dios es quien arregla por su providencia todo lo que sucede en el mundo. No solamente arregla esos grandes acontecimientos de los cuales depende la felicidad o la ruina de los reinos y de los imperios; sino que ordena o permite hasta los más pequeños accidentes que interesan al último de los hombres. No caerá un cabello de vuestra cabeza, decía en Salvador, sin la orden o el consentimiento de esta providencia. El acaso no es nada es un término vacío de sentido: se sirven de él para expresar una causa que no existe, una causa desconocida; y la primera y principal causa de todos los acontecimientos existe. Esta causa nos es claramente conocida: es la providencia de Dios.    

Punto 2°.- Uso que un cristiano debe hacer de esta verdad. Detengámonos en esta causa superior y no tendremos ya las mismas ideas respecto de lo que pasa en el mundo: ya no veremos inocentes oprimidos, solo percibiremos los justos en prueba o culpables castigados. ¿Qué es un homicidio a los ojos de aquel que lo refiere todo a la Providencia? Es una sentencia de muerte justamente dada en el cielo, e injustamente ejecutada en la tierra. ¿Qué es un ingrato? Es un hombre cuya dureza emplea Dios para enseñarnos a hacer el bien sin esperar recompensa más que de Él.   



Oración Universal 
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.   

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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