martes, 13 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXLIX (14 DE DICIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCXLIX
(14 DE DICIEMBRE)

De las amistades humanas.




Punto 1°.- Estas amistades son ordinariamente falsas. Se encuentran con facilidad en el mundo, amigos de nombre, de apariencia y de ostentación; amigos en protestas y discursos, amigos de interés, de intriga y de política; amigos de placeres y de diversiones; pero qué raro es encontrar a un amigo sólido y verdadero. A la primera desgracia nos abandonan, nos miran y nos tratan como si no nos hubiesen conocido jamás; cambian con la fortuna, y se arreglan según sus caprichos. ¡Dichoso el cristiano fiel que sabe aprovecharse de la falsedad de las amistades humanas para no adherirse a más que a su Dios!

Punto 2°.- Las amistades que parecen más verdaderas, son siempre frágiles. Han sido menester años para formarlas, y no se necesita a veces más que un momento para romperlas: en vano nos esforzamos por reanudarlas, un momento basta para destruirlas, y años enteros no serían suficientes para volver a restablecerlas. Todo lo que depende del humor y del capricho de los hombres, todo lo que está sometido al imperio de sus pasiones, recibe la impresión de sus inconstancias. La caridad cristiana tiene sentimientos más sólidos y durables, está fundada sobre la religión que es siempre la misma; tiene por principio y por objeto un Dios que no cambia jamás.    



Oración Universal 
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad
 
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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