sábado, 24 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCLX (25 DE DICIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCLX
(25 DE DICIEMBRE) 

De los obstáculos que se oponen a la gracia de la fe.





Punto 1°.- La fe es un don de Dios, más los obstáculos que se le oponen, nos impiden recibirla. Yo quisiera, dice uno, tener esa fe viva, esas luces sensibles y penetrantes que han ilustrado a los santos, y espero que Dios me lo conceda. ¿Más podéis creer que un don tan precioso puede ser nunca concedido a vuestra pereza, y que esta gracia vendrá a buscaros cuando no hacéis nada por obtenerla?Yo la busco”, decís, ¿más la encontraréis en las conversaciones impías y licenciosas del mundo, en la lectura de esos libros peligrosos que fomentan las pasiones y que envenenan el corazón? Yo leo, dice otro, yo discuto, yo examino para aclarar mis dudas; y no lee ni examina sino para aumentarlas.    

Punto 2°.- Estos obstáculos no son insuperables, para los corazones rectos, para las almas puras y sinceras, que buscan la verdad sin preocupación, sin pasiones y sin interés. Yo había roto bien pronto, dicen a veces los mundanos, todos los lazos que me atan al crimen, si tuviese la fe. Podría respondérseles: Bien pronto tendríais la fe, si hubieses roto esos lazos.     



Oración Universal 
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.   

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario