domingo, 4 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXXXIX (4 DE DICIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXXXIX
(4 DE DICIEMBRE)   

Sobre las diferentes maneras de orar.



Punto 1°.- Distinguense cuatro clases: 1°. La oración del espíritu; 2°. La del corazón; 3°. La de las palabras; y 4°. La de las obras. La primera se hace por la reflexión, o lo que es lo mismo, por la meditación de las verdades de la religión; es orar el aplicar su espíritu a Dios, y a todo lo que se refiere a su servicio y a su gloria. La segunda se hace por el afecto y el sentimiento: es orar el ofrecer su corazón a Dios, por los actos de confianza en su misericordia y de sumisión a su voluntad. La tercera se hace por los discursos articulados, y es lo que se llama oración vocal, pero solo debe emplearse para sostener la atención del espíritu y los sentimientos del corazón; pues si esta atención falta, se hablará sin orar. En fin, la cuarta se hace por las obras, cuando son hechas por agradar a Dios.      


Punto 2°.- Excelencia de la oración de las obras. San Agustín decía que el que sabe orar bien sabe vivir bien. Y puede decirse igualmente que todo el que sepa vivir bien, sabrá orar bien, puesto que las ocupaciones exteriores que Dios nos prescribe lejos de ser obstáculos al santo ejercicio de la oración, son más bien ellas mismas verdaderas oraciones que solicitan en nuestro favor la misericordia de Dios, y le obligan a sernos propicio. El reino de Dios, no consiste en las palabras, sino en los efectos: y el Ángel decía a Tobías que había presentado al trono de Dios sus obras de caridad como un incienso agradable.      

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.  

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