domingo, 11 de diciembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXLVII (12 DE DICIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXLVII
(12 DE DICIEMBRE)

De los pretextos con que se autorizan 
para violar el precepto de la caridad.



Punto 1°.- Estos pretextos se encuentran en las faltas innumerables del prójimo. El uno es de un humor caprichoso y difícil, que lo hace insoportable a sus propios amigos; el otro tiene un corazón falso, ingrato y desagradecido, una alma baja y pérfida; este una malignidad natural, que se apodera del mal con avidez y que lo publica con complacencia; aquél es un enemigo cruel e irreconciliable, etc. ¿Cómo podríamos resolvernos a amarlos?   


Punto 2°.- No hay ninguno de estos pretextos que no deba ceder al motivo de la caridad cristiana. No se os dice que améis al prójimo por él mismo y por las cualidades que lo hacen personalmente amable: pues esto sería un motivo humano y profano, y por consiguiente sin mérito delante de Dios; y también un motivo sujeto a una infinidad de variaciones y de excepciones. Se os dice que améis al prójimo por Dios; y todo debe ceder a éste sólo motivo: Dios lo quiere; Dios lo manda.     

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor. 

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