jueves, 24 de noviembre de 2016

MEDITACION CCCXXX (25 DE NOVIEMBRE)

MEDITACION CCCXXX
(25 DE NOVIEMBRE) 

Del amor de los enemigos.  



Punto 1°.- Diligite inimicos vestros. Amad a vuestros enemigos. ¿Cuál es el sentido de este precepto? En verdad, no se trata aquí de un amor de simpatía, de inclinación, de ternura y de sentimiento; pues este es un amor natural, y el que Dios nos manda tener a nuestros enemigos, es superior a la naturaleza. Consiste: 1°. En sofocar ése sentimiento de odio y de aversión que a pesar nuestro se levanta en nuestra alma, olvidando el mal que nos ha hecho, o que han querido hacernos, así como Dios olvida nuestros pecados tan luego como volvemos a su gracia; en rechazar de nuestro espíritu la idea y el recuerdo de ése mal, cuando se presenta, como se rechazan los pensamientos contrarios a la pureza; 2°.  En hacer entrar de este modo a nuestros enemigos en el orden de esa caridad universal que abraza a todos los hombres en Jesucristo; 3°. En desearles todo bien, y hacérselos, como si no nos hubieran ofendido jamás.      


Punto 2°.- Este precepto nada tiene de contrario al bien general de la sociedad, porque: 1°. No impide a los que están encargados de la autoridad pública, el castigo de los culpables; sólo les prohíbe la venganza particular que sería un abuso manifiesto de la autoridad; cuando dichas autoridades castigan sólo ejercen la venganza de la ley; 2°. No prohíbe recurrir a la justicia humana, pero si prohíbe implorarla sin una verdadera necesidad y por un sentimiento de odio y venganza.    

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.  

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