sábado, 5 de noviembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXI (6 de NOVIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCXI
(6 de NOVIEMBRE)    

Del buen uso de las enfermedades.




Punto 1°.- ¿Cuáles son los designios de Dios en las enfermedades que nos envía? Son, 1°. Hacernos sentir nuestra miseria; 2°. Despegarnos de los falsos bienes de este mundo y de los placeres de los sentidos; 3°. Acercarnos a su majestad; 4°. Amortiguar la impetuosidad y disminuir las fuerzas de nuestro mayor enemigo, que es nuestra carne; 5°. Familiarizarnos con la imagen de la muerte; 6°. Recordarnos que la tierra es para nosotros un lugar de destierro, y que el cielo es nuestra verdadera patria.   

Punto 2°.- ¿Cuáles deben ser los sentimientos de un cristiano en las enfermedades que Dios le envía? Debe, 1°. Recurrir a Dios para pedirle, no la salud, sino la gracia, y para obtener el perdón de sus pecados por una pronta y sincera penitencia; 2°. Someterse a su voluntad con una perfecta indiferencia para la enfermedad o la salud, para la vida o la muerte, dejando a los demás la solicitud y las inquietudes, y no guardando para sí sino la sumisión; 3°. No esperar su curación más que de Dios: Hijo mío, dice el Sabio, no os abandonéis, a vos mismo en vuestra enfermedad, más recurrid a Dios y Él os curará.    


Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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