martes, 22 de noviembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXXVIII (23 DE NOVIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXXVIII
(23 DE NOVIEMBRE)

Sobre el perdón de las injurias.   



Punto 1°.- No basta estar dispuesto a perdonar las grandes injurias, las afrentas crueles, los sangrientos ultrajes, las violencias y los atentados suceden tan raras veces, que se pasaría toda la vida sin que tuviesen más ocasión de observar el precepto del Señor, si nos limitásemos a perdonar semejantes injurias. Dios exige también de nosotros el sacrificio de esas antipatías, de esas aversiones secretas que se alimentan en el corazón contra aquellos cuyo genio nos parece molesto, desigual, difícil y espinoso. Quiere que también perdonemos esas contradicciones diarias; esas ofensas ligeras que se experimentan tantas veces en el comercio de la vida. La caridad tolera todo, dice el Apóstol, y solo con el bien trata de vencer el mal.


Punto 2°.- Este perdón es indispensable, puesto que según las palabras de Jesucristo, no es prometida la misericordia sino a los que hayan sido misericordiosos. El perdón de nuestros pecados que pedimos a Dios todos los días, no puede ser obtenido sino por el que hayamos concedido a nuestros hermanos; ve con pena al pie de sus altares, un corazón ulcerado por el odio, rechaza sus votos y sus ofrendas; solo recibe el homenaje de los corazones caritativos; y es ofrecerle por nosotros mismos una oración agradable, el pedirle por los que nos han ofendido.     

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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