MEDITACIÓN CCCX
(5 de NOVIEMBRE)
De la conformidad con la voluntad
de Dios
en las aflicciones que nos envía.
Punto 1°.- Esta conformidad es
nuestro único recurso en los males irreparables. Cuando las fuerzas y los
medios humanos nos faltan absolutamente, cuando no podemos encontrar un
verdadero consuelo en la compañía de los hombres, que muchas veces son más a
propósito para aumentar nuestro dolor que para disiparlo, ¿a quién
recurriremos? Dirijámonos a Dios. Él es
el Padre de las misericordias y el Dios de toda consolación. Recibamos con resignación los golpes con
que juzgue oportuno el castigarnos: pedidle que cure las llagas de un corazón
demasiado sensible quizá, a los bienes y a los intereses de la vida presente, y
que tan poco se conmueve con los grandes intereses de la religión y de la
eternidad.
Punto 2°.- Esta conformidad
debe hacernos activos y vigilantes para remediar los males que pueden repararse.
Porque Dios no nos obliga a estar bajo su mano como unos seres puramente pasivos,
o como instrumentos inmóviles e inanimados. No es oponerse a su voluntad el emplear con todo el cuidado y actividad
posibles, los medios humanos que nos ofrece para librarnos de los males que nos
amenazan o que nos abruman; esto es más bien someterse y conformarse, puesto
que al darnos estos medios, nos advierte y nos manda expresamente que nos
sirvamos de ellos.
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo
creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os
amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi
arrepentimiento.
Yo os adoro
como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy
gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
Dios mío,
dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra
justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro
poder.
Yo os consagro
mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en
adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino
por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío,
ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones
venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las
virtudes que me convienen.
Llenad mi
corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de
celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo
procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con
mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi
socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la
mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la
tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis
que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en
mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis
resoluciones.
Señor,
inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior
modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío,
descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo,
la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.
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