jueves, 10 de noviembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXVI (11 de NOVIEMBRE)



MEDITACIÓN CCCXVI
(11 de NOVIEMBRE) 

De los sentimientos que debe tener un cristiano 
a la aproximación de la muerte.




Punto 1°.- Estos sentimientos se encuentran expresados en el cántico que Ezequías pronunció cuando se sintió herido de una enfermedad mortal. Allí se ve, 1°. Que está persuadido de que su muerte está próxima, sin manifestar ningún pesar por dejar la vida. He amputado, dice, el número de mis años, y he reconocido que el hilo de mis días iba a ser cortado; que debía cambiar incesantemente de habitación, como se transporta la tienda de los pastores de un campo a otro, y que en fin, pronunciada la sentencia en el consejo de Dios, sobre la duración de mi vida, estaba a punto de ejecutarse.

Punto 2°.- Imploran la misericordia de Dios por las más fervientes oraciones. ¿Qué haré, le dice, oh Dios mío, para prepararme a comparecer delante de vos? Reposaré todos los años de mi vida en la amargura de mi alma. Gemiré, como la paloma, a la vista de mis iniquidades, y meditaré día y noche la profundidad de vuestros juicios. Señor, venid a mi socorro, alumbradme, defendedme; sostened mi alma que se resiente, ¡ay! De la debilidad y del abatimiento de mi cuerpo; olvidad mis pecados; y hacedme digno de alabaros y de poseeros para siempre en la mansión de vuestra gloria.     


Oración Universal


Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad


Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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