martes, 15 de noviembre de 2016

MEDITACIÓN CCCXXI (16 DE NOVIEMBRE)

MEDITACIÓN CCCXXI
(16 DE NOVIEMBRE) 

De los sentimientos de los mundanos 
a la aproximación de la muerte.



Punto 1°.- La muerte los separa de todo, y sienten más aflicción por los bienes que les quita, que la que sienten por ellos los que les ven morir. Sienten 1°. Ese mundo que siempre han amado, y sin el cual no podían vivir; esos amigos, esos parientes con los cuales habían formado unos lazos tan útiles y tan agradables. Ese mundo, en donde estaban establecidos, y en el cual creían tener una ciudad permanente, ese mundo no es ya para ellos; es preciso salir de él, es preciso dejarle para siempre; pero su corazón todavía está allí, y aun muriendo por la ley de la naturaleza, no pueden resolverse a morir al mundo por un verdadero abandono.   


Punto 2°.- Sienten 2°. Esos bienes, esos falsos bienes, esos bienes frágiles y pasajeros que habían acumulado con tantos cuidados y sacrificios, con tanto fausto; esas riquezas adquiridas tal vez por vías injustas, o por lo menos dudosas para la salvación, y conservados a pesar de todos los reproches de su conciencia; esas casas de delicias, esas soberbias habitaciones que es preciso abandonar para descender a la oscuridad del sepulcro. De todo lo que han poseído en este mundo, no les quedará más que seis pies de tierra y el lienzo lúgubre en que van a ser envueltos.    

Oración Universal 

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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