MEDITACIÓN CCCXXI
(16 DE NOVIEMBRE)
De los sentimientos de los mundanos
a la aproximación de la muerte.
Punto 1°.- La muerte los separa de todo, y sienten más
aflicción por los bienes que les quita, que la que sienten por ellos los que
les ven morir. Sienten 1°. Ese
mundo que siempre han amado, y sin el cual no podían vivir; esos amigos,
esos parientes con los cuales habían formado unos lazos tan útiles y tan
agradables. Ese mundo, en donde estaban
establecidos, y en el cual creían tener una
ciudad permanente, ese mundo no es ya para ellos; es preciso salir de él,
es preciso dejarle para siempre; pero su corazón todavía está allí, y aun
muriendo por la ley de la naturaleza, no pueden resolverse a morir al mundo por
un verdadero abandono.
Punto 2°.- Sienten 2°. Esos
bienes, esos falsos bienes, esos bienes frágiles y pasajeros que habían
acumulado con tantos cuidados y sacrificios, con tanto fausto; esas riquezas
adquiridas tal vez por vías injustas, o por lo menos dudosas para la salvación,
y conservados a pesar de todos los
reproches de su conciencia; esas casas de delicias, esas soberbias
habitaciones que es preciso abandonar para descender a la oscuridad del
sepulcro. De todo lo que han poseído en
este mundo, no les quedará más que seis pies de tierra y el lienzo lúgubre en
que van a ser envueltos.
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento.
Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor.
Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder.
Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen.
Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones.
Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.
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