MEDITACIÓN CLXXX
(28 DE JUNIO)
Sobre el abuso de las riquezas.
Punto 1°.- Se abusa de
las riquezas cuando se falta a los gastos necesarios. La virtud consiste en evitar todo exceso: y
sólo se encuentra en ese medio justo y preciso, que se aleja a igual distancia
de los dos extremos: In medio virtus "la
virtud se halla en el centro". Puede pues, haber un exceso en la
economía, lo mismo que en la profusión, y todo
exceso es vicioso. Si cuidáis vuestros bienes hasta el extremo de rehusaros
lo necesario, esto es dar en la avaricia ¿Y habrá un vicio más contrario a la
razón y a la religión? 1°. A la razón: porque ¿De qué sirven las riquezas si no
se hace ningún uso de ellas? 2°.- A la religión, que nos prescribe un
desprendimiento entero y absoluto de los bienes de la tierra.
Punto 2°.- Se abusa
de las riquezas cuando se hacen gastos superfluos. Este es
otro exceso mucho más común, y tan pernicioso como el primero; y esto es dar en
un lujo reprobado. Los mundanos creen
ser los verdaderos propietarios de sus bienes, y no son sino los ecónomos y
dispensadores de ellos. Imagínanse que les son permitidas todas las
prodigalidades, cuando son bastantes ricos para sostenerlas; y aún creen poder
con crecidos réditos mejorar sus negocios, sin grabar su conciencia; pero están
en un error, puesto que la religión
condena igualmente la avaricia y la prodigalidad excesiva.
Oración Universal
Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).
Dios mío, yo
creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os
amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi
arrepentimiento.
Yo os adoro
como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy
gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano
defensor.
Dios mío,
dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra
justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro
poder.
Yo os consagro
mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en
adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino
por Vos.
Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis.
Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma.
Dios mío,
ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones
venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las
virtudes que me convienen.
Llenad mi
corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de
celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo.
Que yo
procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con
mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos.
Venid a mi
socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la
mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la
tibieza con la devoción.
Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad.
No permitáis
que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en
mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis
resoluciones.
Señor,
inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior
modesto una conversación edificante y una conducta regular.
Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación.
Dios mío,
descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo,
la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario