miércoles, 8 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXI (9 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXI
(9 DE JUNIO)

Sobre el objeto del examen de conciencia.




Punto 1°.- Este examen debe hacerse acerca de estas tres cuestiones. ¿Qué he hecho? ¿Cómo lo he hecho? Y ¿Qué he dejado de hacer? La primera mira a la naturaleza de nuestras acciones; la segunda, a las faltas que pueden haberse deslizado en ellas, las circunstancias que las han acompañado, y la intención que nos ha conducido; porque una acción buena en sí misma, puede ser viciosa y desarreglada por sus circunstancias y sus motivos; la tercera, a los pecados de omisión que son algunas veces innumerables.

Punto 2°.- Deben aplicarse estas tres cuestiones, no solamente a los deberes generales y comunes a todos los fieles, sino también a los deberes propios y particulares del estado de cada uno. 1°. A los deberes generales y comunes a todos los fieles: debemos examinar en qué hemos pecado contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos, sea por faltas directas y formales, sea, por omisiones. 2°. A los deberes propios y particulares de nuestro estado: debemos examinar en qué hemos faltado, ya como amos, como ciudadanos, como criados, como hijos, como padres de familia, o como personas públicas, encargados de algún empleo o de tal o cual función en la sociedad.     



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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