lunes, 13 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXVI (14 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXVI
(14 DE JUNIO)

Sobre la autoridad. 




Punto 1°.- Todo hombre que ejerce en el mundo alguna porción de una autoridad pública o particular, debe 1°. A Dios la misma obediencia que exige de los que están sometidos. Si lleva respecto de ellos el nombre de padre o de señor, quiere ser obedecido y reclama altamente los derechos anexos a estos títulos, por poco que se aparten de la sumisión que le es debida. Cuando yo hablo a mi criado, decía el centurión, le digo: Haz esto, y lo hace ¿Y qué el Dios a quien servimos no tiene para con nosotros los títulos y los derechos de padre y de Señor? El hijo honra a su padre, decía a su pueblo por el profeta Malaquías, y el esclavo a su Señor, mas si yo soy padre ¿En dónde está el honor que me es debido? Y si soy señor ¿Dónde está la obediencia que no se me puede rehusar sin delito?

Punto 2°.- Afirmemos nuestra propia autoridad, sometiéndonos a la de Dios; pues por él reinan los reyes, y los legisladores hacen leyes justas. Si pues yo desobedezco clara y continuamente a Dios, ¿Qué obediencia debo esperar de los que me están sometidos? ¿No debilitarán mis mandatos, mis ejemplos? Si soy padre, amo, y soy hombre sin fe, sin leyes y sin costumbres, ¿Cómo me atreveré a reprochar a mis domésticos su infidelidad, y a mis hijos sus faltas de sumisión y sus desarreglos? Sus miradas estarán fijas en mí; y aun para castigarme de mis rebeliones ¿No permitirá Dios que sigan exactamente su modelo?   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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