miércoles, 15 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXVIII (16 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXVIII
(16 DE JUNIO)

Sobre la diferencia de los deberes.




Punto 1°.- No todos parecen de la misma importancia, y se abusa de esta diferencia. 1° cuando nos dedicamos a los deberes menos importantes, y descuidamos los más esenciales. Este desorden es el que Jesucristo reprochaba sin cesar a los escribas y fariseos. Vosotros pagáis, les decía, con escrupulosa exactitud, el diezmo de las yerbas más menudas, mientras que descuidáis lo que hay de más importante en la ley; a saber, la justicia, la misericordia y la fe. Observáis el sábado con una fidelidad que llega hasta la superstición, y no teméis cometer injusticias el mismo día del sábado. ¡Cuántos falsos cristianos podrían reconocerse en este retrato! ¡Cuántos vemos que sólo se dedican a las prácticas más menudas de la devoción, que forman su caudal mientras que olvidan esos grandes deberes que la fe, la justicia y la caridad nos imponen!

Punto 2°.- Cuando nos dedicamos de tal manera a las prácticas esenciales, que creemos poder descuidad las importantes. Notad que el Salvador del mundo no condena absolutamente la regularidad de los escribas y de los fariseos en observar todas las tradiciones de sus padres; ¿Y cómo había de imputarles a crimen, él que había dicho que debía observarse toda la ley, sin omitir un solo punto? Yota unum aut unus ápex non praeteribit a lege donec omnia fiant (Mat 5:18  “Que con toda verdad os digo que antes faltarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse perfectamente cuanto contiene la ley, hasta una sola letra o ápice de ella”) ¿Pues qué es lo que hace? Aprueba lo que practican, y les vitupera de lo que no practican; comparando dos clases de deberes, de los cuales unos son más esenciales, y otros parecen menos necesarios, les declara desde luego, que deben observarse los primeros, y en seguida no omitir los otros. Haec oportuit facere, et ista non omittere (Esto es lo que se debe hacer, sin dejar de hacer lo otro).  



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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