miércoles, 22 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXXIV (22 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXXIV
(22 DE JUNIO)

Sobre el hábito de las faltas ligeras.




Punto 1°.- Este hábito es extremadamente peligroso para la salvación: 1°. Porque no sentimos su peligro. Nos espantaríamos de habituarnos a los grandes crímenes, pero nos familiarizamos fácilmente con las faltas ligeras. Nadie se arroja en un precipicio conocido; mas si está oculto, se acerca uno sin temor, y cae en él sin pensarlo. Tal es el hábito de las faltas ligeras; las cadenas que forman se fortifican tanto más, cuanto que pesan menos a nuestra inocencia seducida por su ligereza: semejantes faltas no alarman la conciencia; no se hace ningún escrúpulo de cometerlas ni de renovarlas; y las infidelidades cuotidianas, entran en cierto modo en el plan y en el orden de nuestra conducta.

Punto 2°.- Porque este hábito nos conduce insensiblemente a los más grandes desórdenes. El Espíritu Santo ha dicho: El que desprecia las faltas pequeñas poco a poco caerá en las grandes, y este oráculo se verifica todos los días por la experiencia. Salomón al principio es solo sensual, y llega a hacerse idólatra. Saúl comienza por ser envidioso y después es furioso; Absalón por ser ambicioso y llega a ser rebelde; Pilato por ser tímido y se hace injusto; Judas por ser interesado y llega a ser traidor y pérfido. La reprobación ha comenzado por la negligencia, y acaba por la injusticia y el crimen.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario