martes, 14 de junio de 2016

MEDITACIÓN CLXVII (15 DE JUNIO)



MEDITACIÓN CLXVII
(15 DE JUNIO)

Sobre las obligaciones anexas a los cargos 
y a las dignidades del mundo.




Punto 1°.- Éstas están establecidas para bien de los particulares y para utilidad pública. He aquí cual es el fin de su institución. Y así, el que es príncipe, magistrado, juez, amo y hombre público, no lo es para sí, sino para los otros y el nombre mismo de cargos que se da a los empleos y a las dignidades del mundo, anuncia en cierto modo todo el peso de las obligaciones que imponen a quienes están revestidos de ellas; no deben ya vivir y trabajar para su felicidad y para su interés particular; no deben tener más mira que la felicidad e interés de los otros: sus días no les pertenecen a ellos sino al público.

Punto 2°.- Así pues abusan de los cargos y de las dignidades del mundo, cuando despegan de ellas los trabajos para gozar las dulzuras; cuando se dispensan lo que tienen de penoso para dedicarse sólo a lo que tienen de agradable; cuando únicamente se toman para ilustrar su nombre, alimentar su ambición, contentar la vanidad, o lisonjear el orgullo; cuando se atienen al mal uso que han hecho de ellos los que les han precedido, sin examinar el que han debido hacer; en una palabra, cuando se descuidan los deberes, y se mira esta negligencia como una prerrogativa de su estado.   



Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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