lunes, 16 de mayo de 2016

MEDITACIÓN CXXXVIII (17 DE MAYO)

MEDITACIÓN CXXXVIII
(17 DE MAYO)

Sobre el conocimiento del mundo.



Punto 1°.- Mientras más se conoce el mundo, más se le desprecia: Y si hay en él mucho que nos desengañe. Sábese, por poco que se le conozca, que nadie está contento en él; sábese lo poco que debe confiarse en sus bienes pasajeros que nada tienen de sólido, que se nos escapan y que desaparecen como vanos fantasmas en el momento que menos lo pensamos. El solitario que no ha conocido el mundo necesita de muchas reflexiones para desengañarse de él; pues la poca experiencia que de él tiene le oculta su nada y su vanidad: pero se descubren a la primera mirada cuando se ven más de cerca.


Punto 2°.- Mientras más conocemos al mundo, más nos desapegamos de él. Basta reflexionar sobre la falsedad de sus caricias, sobre la inconstancia de sus favores y la bajeza de sus artificios. Todo es vano en sus promesas, todo es falso en su comercio, todo es adulación o maledicencia en sus discursos: la ambición, el interés y la envidia son los únicos resortes que le hacen obrar: la verdad está desterrada de allí y sólo se encuentra por todas partes el disimulo, la mentira, el artificio y la falsedad. Entre esa multitud de gentes que os rodean, ¿cuántos contaréis a quienes ligue a vuestra persona una verdadera y sincera amistad, y que no están prontos a entregarse a aquel que ocupe vuestro lugar? He aquí, bien lo sabéis, el verdadero retrato del mundo ¡Y este mudo es el que se prefiere a Dios!   

 Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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