jueves, 5 de mayo de 2016

MEDITACIÓN CXXVII (6 DE MAYO)

MEDITACIÓN CXXVII
(6 DE MAYO) 

Sobre los usos del mundo.



Punto 1°.- Un cristiano que vive en el mundo, debe conformarse con sus usos en todo lo que no es contrario a la ley de Dios. Porque entonces ¿Qué motivo habría para alejarse de ellos? Si es por desprecio para con aquellos que lo siguen. Un verdadero cristiano no desprecia a nadie, y sólo se desprecia a sí mismo. Si es por un vano deseo de parecer singular, este deseo es enteramente contrario al espíritu de Jesucristo. Si es por falta de complacencia y de miramientos para con aquellos con quienes está obligado a vivir, la caridad cristiana le obliga a ser manso complaciente, y aún obsequioso para con todo el mundo. Si es en fin; por evitar la molestia y la sujeción que traen consigo las diversas obligaciones prescritas por los usos del mundo, sometiéndose a ésta sujeción habitual, practica el renunciamiento a sí mismo y la obligación de llevar su cruz.  


Punto 2°.- Un cristiano debe alejarse de los usos del mundo, cuando son contrarios a la ley de Jesucristo. De este modo imita a esos fieles Israelitas que dejando a un pueblo idolatra doblar la rodilla ante Baal, permanecían firmes y constantes en el culto y servicio del Dios de Israel: y puede decirse a sí mismo como el santo anciano Eleazar: si hago traición a los intereses de Dios y de su ley, podré tal vez con eso atraerme la aprobación del mundo y librarme de su censura; pero atraeré sobre mí la cólera del Altísimo, y nada podrá ponerme a cubierto de su venganza.   

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario