miércoles, 18 de mayo de 2016

MEDITACIÓN CXL (19 DE MAYO)

MEDITACIÓN CXL
(19 DE MAYO)

Sobre la santidad propia de un cristiano que vive en el mundo.



Punto 1°.- Consideradle, 1°. Respecto a su conducta exterior. Hácese un punto capital de conciliar de tal manera los deberes de la vida civil con los de su religión, que jamás falta a lo que debe a Dios, sin olvidar nada de lo que debe al mundo; si se familiariza con pocas personas, sabe ser afable y complaciente con todos. Buen amo, buen súbdito, buen ciudadano, buen magistrado, buen guerrero, buen padre de familia, hijo sumiso, esposo fiel, y amigo constante y generoso, hace ver en todas sus acciones que la piedad es útil para todo, y que a ella han sido prometidos los bienes sólidos de la vida presente, y los de la vida futura.


Punto 2°.- Esto es lo que aparece en lo exterior; mas si penetráis en el interior de su alma, allí es donde da un libre vuelo a esos grandes sentimientos de fe, de religión y de piedad de que está lleno. No vive más que para Dios; no obra, no trabaja, no respira sino para Dios. ¡Qué de nobles y generosos sacrificios le hace en el fondo de su corazón! Los hombres que sólo ven las apariencias, no encuentran nada en su exterior que los distinga de los demás fieles; mas el Dios que sondeará los más secretos pliegues de las conciencias, percibe en la suya los motivos más puros, y las disposiciones más santas y sublimes.   

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario