sábado, 14 de mayo de 2016

MEDITACIÓN CXXXVI (15 DE MAYO)

MEDITACIÓN CXXXVI
(15 DE MAYO) 

Sobre los obstáculos que el mundo pone a nuestra salvación.



Punto 1°.- Mientras mayores son estos obstáculos, más deben animar nuestro valor. Se trata aquí de merecer el cielo: ¿Y pretendéis llegar a él sin que os cueste ningún esfuerzo? Se trata de obtener la corona de los vencedores: ¿Y podemos esperar vencer sin haber combatido? Mientras más grandes son los peligros, mientras más invencibles nos parezcan los obstáculos, más mérito y más gloria tendremos en triunfar de ellos. ¿Qué, haremos menos por Dios que por el mundo? ¿Tendremos menos fuerza, menos constancia y valor para adquirir los bienes frágiles y pasajeros de la vida presente?


Punto 2°.- No hay ningún obstáculo del cual no podamos sacar ventajas para nuestra salvación; porque no hay ninguno que no pueda ser un medio de santificación, si sabemos hacer uso de él. Las riquezas, ¿no os proporcionan mil ocasiones de ejercer la caridad, y de amontonar en el cielo un tesoro de buenas obras? La autoridad ¿no nos pone en estado de hacer reinar la justicia, y de conducir a los hombres a la virtud por nuestro ejemplo? Aprovechando todo esto, encontramos a Dios en todo; le servimos, le amamos, le adoramos,  y nos santificamos en todos los estados y en todas las circunstancias de la vida.  

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario