viernes, 13 de mayo de 2016

MEDITACIÓN CXXXV (14 DE MAYO)

MEDITACIÓN CXXXV
(14 DE MAYO)

Sobre los medios de sacrificarse en el mundo



Punto 1°.- El primero es considerar que el estado de un cristiano que vive en el mundo no es incompatible con la santidad. Tertuliano había dicho que un cristiano no podía ser emperador, y otros sostuvieron que no podía ser rico; mas estaban en el error, pues la piedad es de todos los estados. No todos están llamados a dejar el mundo, el cristianismo no forma por sí mismo una condición particular y diferente de las demás, sino que las perfecciona todas igualmente. Seáis rico o pobre, amo o esclavo, nacido en el polvo o elevado sobre el trono, estáis llamado al reino de los cielos; y sin renunciar a vuestro estado, podéis llegar a él.


Punto 2°.- El segundo, es reformar los abusos y aprovecharse de las gracias de su estado. Hay abusos propios de cada estado. El orgullo, la ociosidad, la molicie, son los abusos de la grandeza; el lujo, la dureza, las prodigalidades; excesivas, son los abusos de las riquezas; la impaciencia, la murmuración y el fraude son los abusos de la pobreza. Evitad estos abusos, y podréis santificaros en la pobreza, en la opulencia y en la grandeza. También hay gracias propias de cada estado, es decir, gracias especialmente destinadas a garantizarnos de los vicios y de los peligros relativos a nuestro estado; y la salvación depende de nuestro celo en pedir estas gracias y de nuestra fidelidad en corresponder a ellas. 

Oración Universal

Para servir de preparación a la lectura de esta obra (rezar diario al término de cada meditación).

Dios mío, yo creo en vos, fortificad mi fe; espero en vos, asegurad mi esperanza; os amo, redoblad mi amor; me arrepiento de haber pecado, aumentad mi arrepentimiento. 

Yo os adoro como a mi primer principio, os deseo como a mi último fin, os doy gracias, como a mi perpetuo bienhechor, y os invoco como a mi soberano defensor. 

Dios mío, dignaos arreglarme por vuestra sabiduría, sostenerme por vuestra justicia, consolarme por vuestra misericordia y protegerme por vuestro poder

Yo os consagro mis pensamientos, mis palabras y mis acciones, a fin de que de ahora en adelante no piense sino en Vos, no hable sino de Vos y no sufra sino por Vos. 

Señor yo quiero lo que vos queréis, porque vos lo queréis, como vos lo queréis y por el tiempo que vos lo queréis. 

Yo os suplico que ilustréis mi entendimiento, inflaméis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y santifiquéis mi alma. 

Dios mío, ayudadme a expiar mis pecados pasados, a vencer las tentaciones venideras, a corregir las pasiones que me dominan y a practicar las virtudes que me convienen. 

Llenad mi corazón de ternura por vuestras bondades, de aversión por mis culpas, de celo para con mi prójimo y de desprecio por el mundo. 

Que yo procure, ¡Oh Señor! Ser sumiso para con mis superiores, caritativo con mis inferiores, fiel con mis amigos e indulgente con mis enemigos. 

Venid a mi socorro ¡oh Dios mío! para poder vencer la sensualidad con la mortificación, la avaricia con la limosna, la ira con la dulzura, y la tibieza con la devoción.  

Dios mío, hacedme prudente en las empresas, animoso en los peligros, paciente en las adversidades y humilde en la prosperidad. 

No permitáis que olvide nunca el juntar la atención en mis oraciones, la templanza en mis comidas, la exactitud en mis empleos y la constancia en mis resoluciones. 

Señor, inspiradme el cuidado de tener siempre una conciencia recta, un exterior modesto una conversación edificante y una conducta regular. 

Que yo me aplique sin cesar a dominar la naturaleza, a secundar la gracia, a guardar la fe y a merecer la salvación

Dios mío, descubridme cuanta es la pequeñez de la tierra, la grandeza del cielo, la brevedad del tiempo y lo largo de la eternidad

Haced que me prepare para la muerte, que tema vuestro juicio, que evite el infierno y que obtenga en fin la bienaventuranza por Jesucristo Nuestro Señor.

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